Fráncfort (Alemania), 9 jun (.).- El Banco Central Europeo (BCE) decidirá este jueves sobre el ritmo de las compras semanales de deuda de la zona del euro para afrontar la pandemia de coronavirus durante el tercer trimestre, en un momento en el que han subido la inflación y la rentabilidad de la deuda soberana.
Durante el segundo trimestre el BCE ha adquirido bonos a un ritmo significativamente más elevado que en los primeros meses del año para evitar que subieran los tipos de interés en la eurozona como consecuencia del aumento en EEUU.
Pese al reciente incremento de la inflación hasta el 2 % en mayo, la mayor parte de los analistas descarta cambios importantes en la política monetaria del BCE, que quiere garantizar unas condiciones de financiación favorables.
La Comisión Europea (CE) va a comenzar a emitir deuda en un par de días para financiar el fondo de recuperación y el dinero podría comenzar a llegar en julio, lo que reducirá la carga al BCE, aunque es poco probable que reduzca mucho el ritmo de compras de deuda antes de que mejore la economía porque los riesgos son elevados.
El BCE compró en mayo deuda de emergencia por la pandemia por valor de 80.700 millones de euros y ha comprado hasta ahora bonos para afrontar la crisis por la covid-19 por valor de 1,11 billones de euros.
El Consejo de Gobierno ha decidido comprar deuda por valor total de 1,85 billones de euros hasta finales de marzo de 2022.
El gestor de cartera de Pimco, Konstantin Veit, dice que actualmente el BCE compra bonos por valor de 80.000 millones de euros al mes por la pandemia y 20.000 millones de euros al mes por otros programas regulares de compra de deuda.
"Esperamos que esta postura se mantenga en líneas generales durante el próximo trimestre", señaló Veit.
El BCE podría decidir marcar un ritmo de compras de deuda por la pandemia algo menor por consideraciones estacionales, pero Veit no espera que el mensaje sea el de una reducción del apoyo a los flujos.
También prevé que el BCE revise en sus nuevas proyecciones macroeconómicas sus previsiones de crecimiento para 2021 y 2022, y que la cifra de crecimiento para 2023 probablemente se mantenga.
En cuanto a la inflación, es probable que el BCE aumente las previsiones para 2021, pero es poco posible que modifique las expectativas para los años posteriores.
En la actualidad, señala Veit, la inflación de la zona del euro está impulsada casi exclusivamente por los efectos de los precios de la energía y no ha habido señales de un repunte sostenido de las presiones de los precios subyacentes.
La previsión de inflación para 2023 se mantendrá probablemente en el 1,4 %, una tasa muy por debajo del objetivo del BCE, que es algo por debajo del 2 %.
El BCE pronosticó en marzo que la economía de la zona del euro crecerá este año un 4 %; en 2022 un 4,1 %, y en 2023 un 2,1 %, con una inflación del 1,5 %, del 1,2 % y del 1,4 %, respectivamente.
En caso de que los rendimientos de la zona euro suban de forma incómoda, Veit espera que el BCE intensifique las intervenciones verbales y aumente las compras de deuda de emergencia por la pandemia.
El economista jefe de AXA (PA:AXAF) Investment Managers, Gilles Möec, considera que el BCE "debe ser especialmente cauto con sus palabras" porque "los inversores se fijarán incluso en los cambios de redacción más sutiles".
"El optimismo sobre la reapertura de la economía europea debería moderarse, al menos, hasta que se terminen de estudiar los últimos acontecimientos de la pandemia en Reino Unido", añade Möec.
La analista de Monex Europe Olivia Álvarez comenta que "la visión del BCE se añade al debate de la Fed y otros bancos centrales en economías avanzadas sobre las recientes presiones inflacionarias, que han generado expectativas de un ajuste monetario en el corto plazo entre los inversores".
"El BCE reforzará su mensaje de amplia acomodación monetaria pese a un panorama económico más favorable, al tiempo que destacará los riesgos negativos aún latentes", opina Álvarez.