Alba Gil
Sao Paulo, 28 abr (EFE).- El interrogante que planea sobre el futuro político y económico de Brasil ha disparado el desempleo en el país que, sumido en una profunda recesión, no parece encontrar "la luz al final del túnel".
La incertidumbre sobre el rumbo del gigante suramericano no sólo ha enfriado la actividad económica, sino que ha congelado la confianza de los inversores, lo que se ha trasladado en un número récord de personas que han pasado a engrosar las filas del paro.
El número de desocupados aumentó un 40,1 % en el último año y alcanzó la cifra de 10,4 millones entre diciembre y febrero, según el último informe del Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE).
Además, Brasil perdió 118.776 empleos formales en marzo, registrando así su peor resultado para ese mes en los últimos 25 años, de acuerdo con los datos del Ministerio de Trabajo.
Pero marzo no fue el único período crítico: febrero también concluyó como el peor segundo mes del año en el último cuarto de siglo.
"El hecho de no saber cómo evolucionará la economía en los próximos meses genera inseguridad y menos planos de inversiones, por lo que cae el consumo de las familias y eso tiene efectos reales como la pérdida de empleo", explicó a Efe el economista del Instituto Insper Sérgio Firpo.
Sin embargo, para el especialista, el recelo ante el porvenir está estrechamente ligado con el "clima de pesimismo" que impera en el terreno económico y que ha llevado al cierre de muchas compañías.
Por eso, pronostica, "hasta que no acabemos con ese círculo vicioso, las cosas empeorarán".
Para el analista André Rebelo, asesor para asuntos estratégicos de la Federación de Industrias de Sao Paulo (Fiesp), el más influyente gremio empresarial del país, la escalada del desempleo es fruto de la suma de las "dudas sobre el futuro" y "un presente muy violento".
Tal como recordó, la industria ha encadenado ya su tercer año consecutivo en números rojos y acumula una caída media del 18 %, un declive que se ha propagado a todos los sectores productivos.
"Ningún segmento está creciendo porque la contracción del Producto Interior Bruto (PIB) -que se retrajo un 3,8 % en 2015- es muy fuerte", señaló el economista, quien apuntó que la coyuntura actual ha llevado a "una rueda que se retroalimenta" demoledora para sectores como el automovilístico.
"Como se venden menos vehículos, se construye menos y eso afecta a la fabricación de acero, por lo que aumenta el desempleo en esa área", ejemplificó.
No obstante, matizó, "despedir a un trabajador en Brasil es muy caro y las empresas lo retrasan al máximo, de modo que si una firma toma esa decisión es porque no ve ninguna posibilidad de recuperación".
En este sentido se expresó también Firpo, quien opinó que "sólo con dar un impulso de credibilidad y definir cuál será la ruta de la economía ya tendrá un efecto sobre la actividad real".
Y recalcó: "cuando hay perspectivas de mejoría en un futuro, mejora el presente".
No obstante, los expertos coincidieron en que ese "ahora" está condicionado al desenlace de la colosal tormenta política que se cierne sobre Brasil y cuya máxima representación es el juicio político que amenaza con destituir a la presidenta, Dilma Rouseff.
Pero además de la crisis institucional, la fragmentación parlamentaria y la fractura social, el país enfrenta un escenario poco esperanzador, con las tasas de interés en su mayor nivel en nueve años y una inflación que, según los pronósticos, volverá a superar ampliamente el techo de la meta (4,5 %).
Un cóctel que ha hecho renacer al fantasma del desempleo después de una década en la que la mayor economía Latinoamericana se enorgullecía de haber reducido a mínimos históricos sus índices de desocupación.