Bruselas, 3 mar (EFE).- La Comisión Europea ha aprobado hoy su
propuesta de estrategia económica para la década 2010-2020, que
incluye una serie de objetivos cuantificados y una nueva
arquitectura de vigilancia reforzada, con instrumentos de alerta
pero sin sanciones.
"La crisis ha puesto al descubierto nuestras flaquezas", ha
resumido en rueda de prensa el presidente de la CE, José Manuel
Durão Barroso, quien ha subrayado que "seguir como hasta ahora no es
una opción".
Barroso ha respondido a algunas críticas asegurando que la
propuesta, que deberá ser debatida por gobernantes y parlamentarios
europeos a lo largo de este semestre, "tiene en cuenta la urgencia".
La nueva estrategia, bautizada "Europa 2020", contiene "lo que
tenemos que hacer desde ahora, no dentro de 10 años", ha enfatizado
el presidente de la Comisión.
Los cinco objetivos "guía" para la UE en su conjunto serán los
siguientes:
- La tasa de empleo en la población de edades comprendidas entre
los 20 y los 64 años deberá aumentar del 69% actual hasta al menos
el 75%.
- Los niveles de inversión en I+D deberán crecer del 1,9% del PIB
comunitario hasta el 3%.
- Las emisiones de CO2 deberán reducirse un 20% respecto a los
niveles de 1990; la proporción de energías renovables en el consumo
final de energía habrá de subir al 20%; y el consumo energético
tendrá que reducirse en un 20%, al final del período 2010-2020. La
CE recuerda a este respecto que sigue vigente la oferta europea de
incrementar al 30% la reducción de emisiones "si se dan las
condiciones (internacionales) para ello".
- El porcentaje de abandono escolar debería ser inferior al 10% y
al menos el 40% de la generación más joven debería tener estudios
superiores completos (31% actualmente).
- La población en riesgo de pobreza deberá descender en 20
millones de personas (actualmente están en esa situación 80 millones
de europeos).
A diferencia de la estrategia anterior, fijada en Lisboa en el
año 2000, estos objetivos generales constituyen "guías" o
referencias, y serán adaptados a cada país de la UE para tomar en
consideración su particular punto de partida.
La UE no debe perseguir, ha dicho Barroso, cualquier tipo de
crecimiento, sino uno que sea al mismo tiempo "inteligente" (énfasis
en la innovación, la educación y la sociedad digital), "verde"
(lucha contra el cambio climático, energía limpia y eficiente, y
competitividad), e "incluyente" (empleo de calidad y lucha contra la
pobreza).
A diferencia también de la Estrategia de Lisboa (2000-2010) la CE
propone que los jefes de estado o gobierno controlen la aplicación
de las reformas desde el principio.
El documento plantea que la UE vigile simultáneamente, para cada
país, dos procesos: el de saneamiento de sus finanzas públicas,
regulado por el Pacto de estabilidad y crecimiento, y su plan
nacional de reformas, bajo la nueva estrategia.
El objetivo es asegurar la coherencia entre ambos, sin mezclar
los diferentes cauces legales.
Por lo que respecta al proceso de reformas, contempla la
posibilidad de que Bruselas lance advertencias contra los
incumplidores, aprovechando los nuevos instrumentos de supervisión
que el Tratado de Lisboa pone en manos de la Comisión.
La CE ha evitado finalmente la polémica cuestión de si la UE
debería instaurar un mecanismo de sanciones o incentivos para
asegurar el cumplimiento de los objetivos por parte de todos los
estados miembros.
"No hay base legal para introducir sanciones", ha dejado claro
Durão Barroso.
El presidente del Ejecutivo comunitario ha asegurado que el éxito
de esta estrategia dependerá de la "voluntad política" de los jefes
de Estado o gobierno, aunque ha insistido en que, después de la
grave crisis financiera y económica, existe ahora "mayor conciencia
de la necesidad de un gobierno económico europeo".
"Si no la quieren los estados miembros, no habrá estrategia
económica europea. Bruselas no puede imponerla", ha advertido. EFE
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