Berlín, 17 jun (EFE).- La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, expresaron hoy su deseo de que los acreedores privados participen "de manera voluntaria" en la resolución de las ayudas para el rescate de Grecia.
"Queremos una participación de los acreedores sobre una base voluntaria. Insisto en lo de la base voluntaria porque no queremos producir una suspensión de pagos y tenemos que encontrar una fórmula conjuntamente con el BCE", dijo Merkel ante la prensa.
Tanto Merkel como Sarkozy subrayaron que esperan que el nuevo programa de ayudas para Atenas se apruebe "lo antes posible", una vez que se presenten las conclusiones del análisis técnico sobre la situación de Grecia, en consonancia con el Banco Central Europeo (BCE).
Sarkozy, al ser preguntado sobre las modalidades técnicas de la participación de los acreedores privados, dijo que de momento es difícil precisarlas, aunque lo verdaderamente importante son "cuatro principios" en los que hay acuerdo entre Francia y Alemania.
Esos cuatro principios, según el presidente francés, son la voluntariedad, que no se entienda como un impago crediticio, la cooperación con el BCE y el logro de una solución para Grecia lo más rápido posible.
"No fijamos una fecha, pero es claro que en septiembre no sería lo más rápido posible, que en agosto pasan pocas cosas y que ya estamos a mediados de junio, entonces creo que ustedes pueden entender aproximadamente lo que queremos decir", dijo Sarkozy.
Tanto Merkel como Sarkozy admitieron que el principio de acuerdo entre los dos países sobre la participación de los acreedores privados se mueve dentro del espíritu de la llamada iniciativa de Viena.
La iniciativa de Viena no está muy lejos de la propuesta inicial del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, quien sugirió una prolongación de siete años de los plazos de vencimiento de los títulos de deuda griega a través de un cambio de bonos.
No obstante, la iniciativa de Viena se diferencia de la propuesta de Schäuble en un detalle fundamental.
Mientras en el plan del ministro alemán los bancos cambiarían los viejos títulos por otros nuevos, con los mismos intereses pero con un vencimiento posterior, en la iniciativa de Viena formalmente se cancelarían los viejos títulos y luego los bancos comprarían nuevos.
Aunque el efecto para la deuda griega sería el mismo, un efecto de siete años, esta fórmula podría tener una repercusión distinta en la valoración de las agencias de calificación de riesgo. EFE