Lisboa, 20 mar (EFE).- La comparecencia del antiguo presidente del Banco Espírito Santo (BES), Ricardo Salgado, ante la comisión parlamentaria que investiga la caída de la entidad financiera acabó hoy de madrugada y estuvo centrada en sus ataques al regulador luso.
El que fuera máximo responsable del BES durante 22 años -y al mismo tiempo líder de una de las facciones familiares que controlaban el Grupo Espírito Santo, al que pertenecía el banco- volvió a ser protagonista de una maratoniana sesión que se prolongó durante más de diez horas frente a los diputados que intentan averiguar las razones del descalabro.
"Quedé profundamente sorprendido por el juicio sumario que el gobernador (del Banco de Portugal) me hizo y entendí que estábamos ante un juicio previo", lamentó Salgado para justificar su decisión de no contribuir a la auditoría forense elaborada por la consultora Deloitte a instancias del supervisor portugués.
Esta auditoría detectó que sus gestores desobedecieron las órdenes del supervisor en 21 ocasiones en los ocho meses previos a su intervención y apuntó que existen indicios de delito.
La declaración de Salgado se prolongó prácticamente las mismas horas que su primera comparecencia ante esta comisión, el pasado 9 de diciembre, una prueba más de que su testimonio es considerado clave para percibir lo ocurrido.
La estrategia del antiguo líder del BES durante toda su intervención fue la de atacar la actuación del Banco de Portugal, y más concretamente a su presidente, Carlos Costa.
En opinión del exlíder del BES, el regulador bursátil propició la caída de la entidad con sus exigencias tras el estallido de la crisis interna, en mayo de 2014, cuando fueron descubiertas en una auditoría "irregularidades" en el seno del Grupo Espírito Santo.
"Nosotros no sabíamos lo que ocurría en ES International -holding del Grupo donde se detectaron los problemas-, tuvimos ese error, no podíamos hacer más de lo que hicimos", argumentó Salgado, contrariando así el testimonio del contable de esa división, Francisco Machado da Cruz, quien dijo que recibió órdenes suyas para ocultar la deuda existente.
El banquero -conocido en Portugal hasta hace sólo unos meses como el "Dueño de Todo Esto", en referencia a su poder e influencia- asumió haber cometido "errores", pero negó haber desviado fondos y ocultado deudas e insistió en que existían inversores dispuestos a entrar en el capital de la entidad para evitar su derrumbe, opción que no pudo concretarse por la decisión del regulador de intervenir.
"Llamar al BES como el 'banco malo' es como darme una puñalada", aseveró Salgado.