Ginebra, 5 oct (EFE).- La contención de los salarios y del gasto público pueden ser un factor agravante del prolongado estancamiento económico que afrontan los países desarrollados, según el informe anual del Organismo de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD) presentado hoy.
Los expertos han determinado que la falta de crecimiento que desde hace años sufren las economías avanzadas, en particular Europa y Japón, ya no puede considerarse vinculado únicamente a los ciclos económicos normales.
El informe critica que no se reconozca que la raíz de la contención de la demanda de los consumidores y de la inversión privada se encuentra en el declive de los salarios y el aumento de la desigualdad de ingresos.
Según los analistas de la institución, el crecimiento de la economía mundial este año será similar, en alrededor de un 2,5 por ciento, al del año pasado.
Si se toma a las economías desarrolladas en su conjunto se observará un ligera aceleración, con una progresión de 1,9 por ciento este año, frente al 1,6 por ciento de 2014.
Los países en desarrollo registrarán una moderada desaceleración, mientras que las economías en transición (países de Europa oriental,de Asia central y algunos de Asia, entre ellos China) experimentarán un declive más pronunciado.
La UNCTAD cifra en 4 por ciento la evolución de la economía en el grupo de países en desarrollo este año, aunque el crecimiento podría ser mucho menor si Asia experimenta un crecimiento anémico, advierte el informe.
Estas previsiones implican que la economía global se mantendrá 4 por ciento por debajo de su nivel previo a la crisis financiera.
"Ocho años después de la crisis, el mundo no ha encontrado la manera de cambiar de velocidad y dirigirse hacia una inclusión global y un desarrollo económico sostenible", dijo el secretario general de la UNCTAD, Mukhisa Kituyi.
Según el organismo, las mayores dudas conciernen la recuperación de Europa y Japón, donde se cree que los niveles inflacionarios se mantendrán por debajo del objetivo.
En el ámbito privado, se señala que la confianza que se ha puesto en las políticas monetarias expansivas -como una manera de afrontar la disminución de la demanda- ha llevado a las firmas a usar sus beneficios en la reparto de dividendos y a invertir en activos financieros, en lugar de hacerlo en inversiones productivas.