En una reciente actualización de la Oficina Australiana de Estadísticas, el índice de precios al consumidor (IPC) mensual de Australia mostró una desaceleración en las tasas de inflación. En agosto, el aumento anual del IPC se situó en un 2,7%, marcando un mínimo de tres años. Esta ralentización desde la tasa de inflación del 3,5% en julio está en línea con las proyecciones del mercado.
La reducción de la tasa de inflación se atribuye a iniciativas gubernamentales, incluyendo reembolsos en electricidad, junto con una caída en los precios de la gasolina. Estos factores han contribuido a aliviar los costos generales para los consumidores.
Además, la media recortada, un indicador clave de la inflación subyacente que excluye el 30% de los artículos más volátiles en la canasta del IPC, mostró una desaceleración a una tasa anual del 3,4% desde el 3,8% anterior. A pesar de esta ralentización, la cifra de inflación subyacente permanece por encima del rango objetivo del 2-3% del Banco de la Reserva de Australia (RBA), lo que sugiere que las presiones inflacionarias aún persisten en la economía.
El RBA, que considera la media recortada como una representación más precisa de las tendencias inflacionarias subyacentes, podría encontrar la tasa de inflación subyacente actual como un desafío para realizar ajustes en las tasas de interés. El banco central tiene el mandato de mantener la inflación dentro de su banda objetivo, y las cifras actuales podrían tener un impacto significativo en sus decisiones de política monetaria.
Los últimos datos sobre inflación arrojan luz sobre las presiones de costos que enfrentan los consumidores australianos y el panorama económico más amplio, con implicaciones para futuras medidas políticas del RBA.
Reuters contribuyó a este artículo.
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