Oscar Tomasi
Lisboa, 4 ago (EFE).- Por el acrónimo de "DDT" ("Dueño de Todo Esto") era conocido el poderoso e influyente banquero luso, Ricardo Salgado, cara visible y uno de los líderes de la familia Espírito Santo, ahora caído en desgracia.
Al frente durante 22 años del Banco Espírito Santo (BES), -que acaba de desaparecer como tal, al ser dividido en un banco 'bueno' y otro 'malo"-, Salgado era respetado y temido a partes iguales por su extensa red de influencias, conexiones que de poco le han valido ahora, en su particular "descenso a los infiernos".
Primero fueron las dudas surgidas a finales de mayo sobre la situación financiera del Grupo Espírito Santo (GES), un vasto conglomerado empresarial del que sigue siendo uno de sus cinco máximos responsables, que cuenta con intereses tanto en la banca como en el turismo, la agroalimentación o la sanidad, y que ahora ha comenzado a derrumbarse.
La ayuda prestada por el BES al emporio familiar para intentar evitar su desplome acabó por costarle el cargo de presidente a instancias del Banco de Portugal, una salida anunciada a finales de junio y que fue vista en el país como un intento de alejar a la familia de la gestión de la entidad.
Salgado intentó maniobrar entonces y propuso como sustituto a su mano derecha, Amílcar Morais Pires, nombre que no fue aceptado por el supervisor financiero luso y que, finalmente, acabó por seguir los pasos de su mentor y salir del BES.
El pasado 24 de julio, el ya ex presidente del banco fue detenido por la policía y llevado ante el juez por su presunta relación con el mayor caso de fraude fiscal y blanqueo de capital de la historia de Portugal. Fue puesto en libertad bajo fianza de tres millones de euros, cifras prácticamente inéditas para la Justicia lusa.
Y ya esta semana fue el turno del Banco de Portugal, que en un comunicado público arrasó por completo su gestión al frente del BES después de que una auditoría encontrase "contingencias extraordinarias" hasta ahora no reconocidas en su contabilidad oficial que llevaron a la entidad a cerrar el primer semestre del año con pérdidas récord por valor de 3.577 millones de euros.
De hecho, ya fue anunciado que se depurarán responsabilidades -incluso criminales si fuera el caso- debido a que se detectaron indicios de "ilegalidades" en la gestión del banco.
¿Las consecuencias?. A la familia Espírito Santo, máxima accionista de la entidad con un 20,1 % de los títulos, el supervisor le retiró el poder de voto, lo que en la práctica supone apartar al clan de un banco cuyos orígenes se remontan a la caja de cambio abierta por el bisabuelo de Salgado en 1869, en pleno centro de Lisboa.
"Portugal es un bonito país en el que mandaba Salgado y medio centenar de políticos", comenta en declaraciones a EFE un directivo de un banco luso, que asegura que el riesgo de quiebra en el Grupo Espírito Santo se veía venir.
La estructura del conglomerado empresarial, extremadamente compleja y con participaciones entremezcladas entre sí, provoca que el temblor en una de sus sociedades afecte a la estabilidad del resto, como ha sido el caso.
El escándalo en torno a Salgado parece lejos de tener fin, a la espera de conocer más detalles tanto sobre su supuesta vinculación con una trama de blanqueo y evasión de impuestos como sobre sus discutibles decisiones en calidad de presidente del BES.
Estos días apareció en las librerías portuguesas un libro sobre su figura, escrito por las periodistas especializadas en economía María Joao Gago y María Joao Babo, titulado: "El último banquero".
La obra recuerda la proximidad de Salgado con el poder en todas las legislaturas, y muy especialmente en la época del socialista José Sócrates al frente del Gobierno.
En este sentido, antiguos empleados del banco recordaron a EFE el elevado grado de "interrelación" entre la familia y la política, con varios extrabajadores en puestos de responsabilidad cada legislatura, independientemente del signo político.
Una prueba más de su poder e influencia fue la petición de rescate de Portugal. El entonces presidente del BES acabó por salir en televisión para apoyar públicamente esa postura -junto al resto de banqueros lusos- en contra del criterio defendido por Sócrates, todavía convencido de encontrar soluciones alternativas. Fue cuestión de días que el país solicitase el préstamo internacional.
Detrás de la caída en picado de Salgado se encuentran también varios de los enemigos que dejó por el camino, como el empresario Pedro Queiroz Pereira, líder a su vez de otra de las grandes familias lusas y señalado como el informante de los excesos en el seno del Grupo Espírito Santo ante las autoridades.