Investing.com - La lira turca vuelve a sufrir. La moneda cayó ayer un 4,7% hasta los 6,287 tras reanudarse el mercado local -gran parte de la semana pasada permaneció cerrado por festividad-. La divisa retoma así una crisis que la ha llevado a depreciarse un 20% en agosto y a perder más del 40% de su valor en lo que va de año.
Las relaciones entre el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, siguen estancadas y el país tampoco termina de decidirse a afrontar medidas internas. Ergogan ya ha expresado en varias ocasiones su negativa a acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI). Ante esta situación, “el mercado sigue pendiente de Turquía, donde la lira sigue cayendo (-38% en 2018 vs euro)”, puntualizan en Renta 4 (MC:RTA4), que recuerdan que el ministro de Finanzas turco, Berat Albayrak, acude hoy a París para negociar con organismos internacionales.
Según Neil Dwane, estratega global de Allianz (DE:ALVG) Global Investors, “ante los crecientes desafíos estructurales, Turquía necesita una respuesta más fuerte”. Así, este experto analiza tres posibles escenarios:
1- El Gobierno y el Banco Central de Turquía podrían aplicar una política monetaria y fiscal más estricta, junto con una política exterior menos confrontativa para respaldar la lira, restaurar la credibilidad de los responsables de la toma de decisiones monetarias y fiscales y gestionar un reequilibrio de la economía. Si esto sucede, Turquía podría experimentar un crecimiento menor a corto o mediano plazo (soft landing), pero podría evitar una recesión (hard landing).
2- Si la política monetaria y fiscal sigue siendo demasiado flexible, es probable que la lira se deprecie aún más para ajustar el déficit de la cuenta corriente. Esto acentuaría aún más los balances de los sectores corporativo y bancario. En este escenario, la economía de Turquía tendría más probabilidades de enfrentar una recesión, lo que perjudicaría las expectativas de ganancias y el desempeño de los precios de los activos turcos.
3- El peor escenario sería si Turquía se enfrentara a una interrupción repentina de los flujos de capital. Esto daría lugar a una mayor presión sobre la lira y un déficit en la cuenta corriente decreciente debido a la contratación de importaciones, lo que podría conducir a una depresión económica.
“Turquía tiene una gran cantidad de desafíos que superar a corto y medio plazo, y la respuesta de su gobierno es decisiva. Si bien la situación sigue siendo delicada, el anuncio del ‘nuevo modelo económico’ va en la dirección correcta. Sin embargo, para restaurar la credibilidad de las autoridades turcas, esos anuncios deben ir acompañados de acciones concretas. Sin perjuicio de eso, los inversores pueden ver rebajas pronunciadas de los ingresos y una mayor tasa de riesgo libre. Junto con la actual confrontación de Turquía con los países occidentales, esto podría agotar los flujos de capital de Turquía”, explica Neil Dwane.
Este experto añade que la situación a la que se enfrenta Turquía recuerda al “taper tantrum” de 2013. “El anuncio de la Fed de que reduciría su programa de compra de bonos provocó una amplia volatilidad del mercado, particularmente en los mercados emergentes. Para los cinco mercados ‘frágiles’ afectados en ese momento, ahora podemos añadir países como Argentina, Chile, Colombia y Rusia, cuyos niveles más altos de deuda en dólares los hacen vulnerables al ajuste cuantitativo de la Fed y al aumento de los tipos de interés en los Estados Unidos. Combinado con una agenda más vigorosa del presidente Trump, las tensiones y la volatilidad podrían mantenerse altas por algún tiempo".