El Mobile World Congress, la fiesta grande de la telefonía móvil de Barcelona, volverá a abrir sus puertas este lunes, pero para una edición reducida y descafeinada, a la que se espera que acudan solo un tercio de los asistentes de otros años y en la que no estarán presentes la mayoría de los grandes fabricantes del mercado.
El evento se había convertido en una cita clave para la economía de la Ciudad Condal, que durante unos días alimentaba la hostelería, llenaba los hoteles y hacía funcionar los servicios. Sin embargo, el año pasado no pudo celebrarse y este, aunque abrirá, apenas tendrá repercusión económica.
"Yo creo que los hosteleros, los restauradores, los taxistas, todos aquellos sectores que tenemos en la cabeza, que tenemos en el corazón, cuando tomamos decisiones como la de hacer este Mobile, deben tener en cuenta que habría sido peor no hacerlo. Hemos decidido arriesgarnos a hacer un Mobile de menor formato, pero hacerlo, que no dejar de hacerlo", explica Jaume Collboni, teniente de alcalde de Barcelona.
Se prevé que acudan apenas un tercio de los 100.000 asistentes de otras ediciones y la mayoría locales. Los hoteles, que normalmente colgaban el cartel de completo y disparaban sus precios, este año tienen habitaciones libres y asequibles. La esperanza está puesta en el futuro.
"Este va a ser un Congreso Mundial de Móviles menos concurrido -reconoce el director de un hotel-, pero creo que en 2022 volverá a haber casi la misma gente y estoy seguro de que en la edición de 2023 habrá niveles de ocupación aún mayores que los de 2019".
Al Mobile no acudirán Ericsson (ST:ERICb), Xiaomi (HK:1810), Nokia (HE:NOKIA), Sony (T:6758) o Facebook (NASDAQ:FB) entre otros grandes fabricantes y muchos solo estarán de forma virtual. Para Barcelona la cita tiene un impacto de 460 millones de euros.