Estambul, 13 may (.).- El Gobierno de Turquía ha presentado este lunes un severo plan para reducir drásticamente los gastos públicos, entre los que destaca la suspensión de contrataciones y compras para la administración estatal con el objetivo de frenar la creciente inflación.
En rueda de prensa televisada en directo para presentar los drásticos recortes, el ministro de Finanzas turco, Mehmet Simsek, ha cifrado en un 10 % la reducción de los gastos corrientes y en un 15 % la rebaja de las inversiones.
Según la prensa local, el plan debería entrar en vigor esta misma semana, una vez sea firmado por el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, y publicado en el Boletín Oficial.
Durante tres años no se contratará personal nuevo, excepto para reemplazar a quienes se jubilen, y se pondrá fin a los contratos de servicio temporales, salvo en Defensa y Seguridad, ha explicado el ministro, tras recordar que el presupuesto estatal del año pasado tuvo un déficit del 5,8 %.
En ese periodo tampoco se comprarán ni se alquilarán vehículos nuevos, se prohíbe la adquisición de edificios para servicios públicos, se pondrá fin a contratos de alquiler en vigor y el material imprescindible tendrá que ser por licitación pública.
Los miembros de los consejos directivos de organismos públicos solo cobrarán por un único cargo, las reuniones de trabajo o formación se harán en instalaciones públicas en lugar de hoteles, se limitarán los viajes al extranjero y se pone fin a cócteles o celebraciones, excepto para actos internacionales.
Los gastos de representación se recortarán en un 25 %, se prohibirán los (hasta ahora a menudo ostentosos) regalos institucionales y se eliminará el transporte en vehículos para funcionarios en los lugares que dispongan de transporte público.
De estas medidas se exceptúan inversiones necesarias para la reconstrucción de las zonas devastadas por el terremoto del año pasado, que ha causado pérdidas de 104.000 millones de dólares, ha informado en la misma rueda de prensa el vicepresidente turco Cevdet Yilmaz.
A principios del año en curso, los gastos presupuestarios causados por el terremoto superaron el billón de liras (unos 30.000 millones de euros al cambio actual), ha recordado.
El plan de austeridad contribuirá a reducir la inflación, actualmente cercana al 70 % interanual, hasta el 20 % en 2025 y por debajo del 10 % en 2026, según Yilmaz.
Durante años, Erdogan había impuesto una política monetaria de bajos tipos de interés para estimular el ciclo de consumo, producción y empleo, a costa de una rápida devaluación de la lira y un aumento desbocado de la inflación desde finales de 2021.
En los últimos 3 años, la lira ha perdido un 70 % de su valor y el Banco Central ha gastado casi todas sus reservas para ralentizar este proceso.
Pero el presidente mantuvo la estrategia de fomentar el gasto, incluida la licitación de grandes proyectos de infraestructuras, hasta las elecciones presidenciales de mayo de 2023, que ganó con un 52 % de los votos.
Días después cambió a los máximos responsables de la economía turca y permitió un aumento escalonado de los tipos de interés, del 8,5 % al 50 %, junto con la abolición de programas destinados a sostener la lira a costa del erario público.