Si montar en bicicleta a diario le resulta demasiado complicado, puede que esté tentado de optar por una bicicleta eléctrica.
El problema es que la producción de las baterías consume muchos recursos naturales, como litio o elementos de tierras raras, que requieren procedimientos de extracción exhaustivos y a menudo perjudiciales para el medio ambiente.
Sin embargo, el empresario francés Adrien Lelièvre ha diseñado una solución pionera y sostenible.
Equipado con un supercondensador
El inventor, con formación en electrónica, ha diseñado y patentado una bicicleta eléctrica llamada Pi-Pop, que no utiliza baterías de litio, sino supercondensadores."El sistema se carga cuando la conducción es fácil y cuando la bici frena, gracias al freno motor; la energía se utiliza cuando se necesita", explica a Euronews Next (LON:NXT) Lelièvre, director de STEE, la empresa que está detrás de la bicicleta.
En pocas palabras, un supercondensador funciona almacenando energía de forma electrostática, es decir, mediante una carga que se mueve lentamente. En cambio, una batería de litio almacena energía como reacción química. En otras palabras, un supercondensador puede almacenar y liberar energía muy rápidamente cuando se necesita. En el caso de su bicicleta, esto significa almacenar energía cuando la persona pedalea o frena y utilizarla para ayudar en acciones más difíciles, como volver a arrancar o ir cuesta arriba.
Lelievre calcula que la asistencia ofrecida al ciclista por los supercondensadores de la bicicleta es suficiente para soportar un desnivel de 50 m si se carga previamente en llano, lo que la hace apta para alrededor del 80% de las ciudades europeas.
El concepto de supercondensador no es una innovación en sí misma; los primeros se fabricaron a finales de los años setenta. Hoy se utilizan en sistemas fotovoltaicos (como los paneles solares), cámaras digitales y algunos vehículos híbridos o eléctricos para mejorar su rendimiento.
Para Lelièvre tenía sentido utilizar esta tecnología en las bicicletas.
Un símbolo de sobriedad
Según el inventor, la Pi-Pop de 20 kg "es realmente un símbolo de sobriedad".
"Querer siempre más, es decir, querer ir más rápido, añadir más energía... esto es un callejón sin salida", dijo.
En la fabricación de la bicicleta no se utilizan materiales de tierras raras, ya que los supercondensadores están hechos de carbono, polímero conductor, láminas de aluminio y pulpa, materiales para los que ya existen procesos de reciclado.
Tampoco es necesario esperar a que la bicicleta se cargue, otra ventaja en comparación con las bicicletas eléctricas clásicas. La empresa también afirma que la vida útil del supercondensador oscila entre 10 y 15 años, frente a los cinco o seis de una batería de litio.
La bicicleta, ya de tercera generación, se ensambla actualmente en Orleans. Para Lelièvre, cuya carrera profesional se forjó en la industria electrónica francesa, era importante que se produjera localmente en su Francia natal.
"Creo que no podemos innovar si perdemos el control de la producción", afirma. "Cuando hablamos de desarrollo sostenible, transición ecológica y transición energética, tenemos que crear puestos de trabajo", añadió Lelièvre, cuya empresa emplea a 25 personas.
En la actualidad, Pi-Pop produce 100 bicicletas al mes. En el futuro, la empresa aspira a producir mil bicicletas mensuales hasta 2024.
Lelièvre también tiene ambiciones europeas.
"En 2025, queremos dirigirnos al mercado europeo, estamos discutiendo actualmente la posible recaudación de fondos", dijo.
La UE importó 1,2 millones de bicicletas eléctricas y 5,2 millones de bicicletas no eléctricas (cinco veces más que las exportadas), según datos de Eurostat. Además, la expansión se produce en un momento en que Europa quiere que 2024 sea el "Año de la Bicicleta".