Londres, 5 nov (EFE).- Los ministros de Finanzas y gobernadores
de los bancos centrales del Grupo de los 20 se reúnen desde mañana
hasta el sábado en Saint Andrews (Escocia) con la misión de
profundizar en las medidas acordadas en la pasada cumbre de
Pittsburgh (EEUU) para afianzar la recuperación económica.
Los participantes en esta cita del G-20 (formado por las
economías más ricas y las emergentes) deben reunir el consenso
necesario para mantener el compromiso adquirido en la cumbre
estadounidense de que ningún país retirará los estímulos fiscales
antes de que se haya consolidado la recuperación.
Este objetivo se topa sin embargo con el escollo de que, en
algunos países, incluidos Alemania o el propio Reino Unido, empiezan
a surgir voces que piden con urgencia medidas para reducir el enorme
déficit acumulado con los planes de rescate y de ayuda a la economía
y las instituciones financieras.
En vísperas de la cumbre de Copenhague, en la que debe
concretarse un nuevo tratado que sustituya al Protocolo de Kyoto,
que expira en el 2012, los países ricos y más contaminantes deben
ponerse de acuerdo sobre cómo ayudar a los más pobres a implementar
medidas de reducción de emisiones de gases nocivos que no
perjudiquen a su desarrollo económico.
De la cumbre de Saint Andrews no se espera que salgan nuevas
medidas, sino que más bien se trata de ahondar en lo pactado en el
encuentro de jefes de Estado y de Gobierno del pasado septiembre en
Pittsburgh y de avanzar en la cimentación de la nueva arquitectura
financiera global.
En la cumbre estadounidense se acordó que no había que
precipitarse a la hora de retirar los incentivos fiscales y las
inyecciones de capital que han venido sustentado a muchas economías
nacionales desde el estallido de la crisis financiera mundial en
septiembre del 2008.
También se adquirió el compromiso de dar transparencia a los
mercados de derivados, hacer aumentar las reservas de capital a los
bancos para que sean ellos y no el contribuyente los que asuman los
costes de otra crisis, y limitar las exorbitantes primas que cobran
los banqueros, difiriéndolas en el tiempo y ligándolas al
rendimiento a largo plazo de sus entidades.
En cuanto al cambio climático, no hubo preacuerdo de cara a
Copenhague pero se acordó la supresión a medio plazo de los
subsidios a los combustibles fósiles.
En un triunfo para las economías emergentes, también se decidió
que éstas tuvieran más poder de voto en el Banco Mundial (3% más) y
el Fondo Monetario Internacional (5%), y que el G-20 sustituya al
G-8 como principal foro global de debate y control de la economía.
Según lo acordado en Pittsburgh, el G-20 es ahora el tutor de un
proceso, que se perfilará el año próximo, por el cual las naciones
ofrecerán información sobre sus políticas internas para que el FMI
las audite y compare con los objetivos del Grupo de los 20 a nivel
global.
La reunión escocesa, en la que es posible que intervenga con un
discurso de apertura el primer ministro británico, Gordon Brown,
empezará el viernes con una cena de trabajo y se desarrollará
principalmente durante el sábado.
A partir de las 16.00 horas GMT de ese día está previsto que se
lleven a cabo una serie de ruedas de prensa, encabezadas por las del
ministro británico de Economía, Alistair Darling, y el secretario
del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner.
El G-20 está integrado por la Unión Europea (UE), el G-8 (EEUU,
Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia, Francia Y Rusia) y
Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India,
Indonesia, México, Arabia Saudí, Suráfrica y Turquía. EFE