Alfonso Fernández
Washington, 13 ago (EFE).- La elección de Paul Ryan como candidato republicano a la vicepresidencia ha radicalizado el debate en EE.UU. sobre el papel y tamaño del gobierno, y el protagonismo que debe tener la iniciativa privada como motor económico del país.
Cuando Obama ironizó recientemente sobre "Romney-hood", en referencia a la oposición del candidato republicano a subir los impuestos a las rentas más altas, aún no se conocía la intención del aspirante republicano a la Casa Blanca Mitt Romney de escoger a un agresivo defensor de los recortes del gasto público.
Sin embargo, con la irrupción de Paul Ryan, congresista por Wisconsin y autor de un drástico plan de reducción del déficit que propone la privatización parcial del programa médico para las personas mayores Medicare, el rol del estado en la economía pasa a un primer plano.
Romney da así un paso al frente y asume un papel más agresivo en su plan fiscal.
Los propios conservadores lo habían acusado de flaquear en ese frente al echar un vistazo a su trayectoria como gobernador de Massachusetts, donde abanderó una reforma del sistema sanitario que acaparó críticas por sus semejanzas con la planteada por Obama.
Desde el American Enterprise Institute (AEI), un centro de estudios vinculado al Partido Republicano, se valora positivamente la selección de Ryan.
"Es un anuncio que va a inyectar más entusiasmo a los votantes. Los votantes republicanos veían a Romney como un candidato con pocas sorpresas. La elección de Ryan definitivamente va a ayudar a eliminar dudas sobre ello y acerca del conservadurismo suave de Romney", señaló a Efe la investigadora del AEI Jennifer Marsico.
La incorporación del látigo fiscal de Ryan realza la agresividad y combatividad de la candidatura republicana.
"Vamos a ofrecer a los ciudadanos una opción. ¿Queréis (...) una sociedad de oportunidades con una red de protección social o seguir con la crisis de deuda y una nación en declive?", afirmó Ryan este fin de semana en un acto electoral en Carolina del Norte.
Por su parte, Obama ha asumido el significado de este cambio de juego y ha aceptado el envite.
"Más que cualquier otra elección, esta es una selección entre dos visiones diferentes sobre el camino que debe seguir EE.UU.", señaló el presidente en un acto de recaudación de fondos en Chicago.
Tanto Romney como Ryan han acusado reiteradamente a Obama de defender una política fiscal "europea", que conjuga la subida de impuestos a las rentas más altas con la expansión del gobierno federal, y han utilizado la crisis económica al otro lado del Atlántico como ejemplo de los riesgos de este enfoque.
Romney lamenta el que, en su opinión, Obama considere que el gobierno "puede hacer negocios mejor que la empresa privada" y ha criticado severamente la que califica como "cultura de la dependencia" del gobierno federal.
"Es hora de crear incentivos (...) La idea de simplemente dar más dinero al gobierno no pondrá en funcionamiento nuestra economía", explicó Romney, quien plantea una rebaja sustancial de los impuestos para impulsar la economía.
De fondo, se dibujan el abultado déficit presupuestario de EE.UU., que se prevé concluya este año en 1,2 billones de dólares, lo que representa un 7,8 % del Producto Interior Bruto (PIB).
Tanto republicanos como demócratas coinciden en la urgencia de rebajarlo, pero sus planes y ritmos de ajuste chocan frontalmente.
Obama propone una reducción gradual que combine recortes de gasto público y aumento de ingresos fiscales que deje el déficit en el 3,9 % en 2014 y en el 3 % en 2017.
El plan de Romney busca equilibrar el presupuesto para 2020, pero lo hace impulsado principalmente la reducción del gasto público y la privatización parcial de parte de la seguridad social, como el programa Medicare.
"Medicare es un programa muy popular y un componente esencial de la red de seguridad social de EE.UU. A menos que Romney consiga minimizar las propuestas de Ryan, esta selección le dañará significativamente en las elecciones", explicó a Efe Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy Research, de perfil más progresista. EFE