Jairo Mejía
Tokio, 5 jun (EFE).- Corea del Sur ha conseguido dar la vuelta a
la crisis de ventas en el sector del automóvil con un ambicioso
recorte de impuestos para la compra de vehículos nuevos, aunque
queda pendiente la apertura de su mercado.
Las ventas de vehículos nuevos en Corea del Sur aumentaron en
mayo el 15,4 por ciento interanual, tras estancarse desde principios
de 2009 en cifras que rondaban las 95.000 unidades, comprensible en
una economía que sufre especialmente la crisis y cuyos consumidores
han restringido el gasto.
No obstante, en el sector de la automoción el cambio de tendencia
fue radical en mayo después que el Gobierno decidiera reducir los
impuesto un 30 por ciento a los conductores que reemplazasen su
vehículo anterior al año 2000 por uno nuevo.
En la primera semana tras el inicio del plan las ventas se
incrementaron un 30 por ciento con respecto al mismo período del mes
anterior, con los cinco principales fabricantes vendiendo 6.500
vehículos diarios y cerraron mayo con un nuevo nivel: 123.786
unidades.
El Gobierno ha querido con esta medida incentivar las compras en
el sector de la automoción que tiene una importancia vital en la
economía del país asiático, donde los fabricantes de vehículos han
sido considerados parte esencial de la industria surcoreana.
Fabricantes como Hyundai, Kia, Daewoo (ahora GM-Daewoo) o
Ssangyong se han convertido en multinacionales globales gracias al
apoyo del Gobierno surcoreano desde la particular revolución
industrial surcoreana de los años 80.
Consumidores ingentes de acero, otra de las industrias angulares
de Corea del Sur, y creadores de empleo, los fabricantes nacionales
de automóviles han vuelto a recibir los mimos del Estado con este
recorte.
El primer fabricante de automóviles surcoreano, Hyundai Motor,
aumentó en mayo las ventas el 15,4 por ciento, mientras que el
segundo, su filial Kia, vendió un 44 por ciento más. Ambos suponen
el 80 por ciento de las ventas en todo el país.
Por su parte la alianza franco-coreana Samsung-Renault subió un
37 por ciento.
Tan sólo GM-Daewoo, cuarto en el ránking de ventas, perdió
clientes al registrar una caída del 44 por ciento en mayo y
profundizar aún más en una crisis de ventas que viene acompañada de
la bancarrota de la matriz en Detroit (Estados Unidos).
Para las marcas extranjeras, la historia en Corea del Sur es
diferente. Las ventas no consiguen remontar y los precios no dejan
de subir debido a la devaluación de la moneda local, el won, frente
al dólar y el yen, así como por las barreras a la entrada de los
vehículos foráneos.
En mayo, a pesar de las reducción de los impuestos, las ventas de
coches importados cayeron el 12,3 por ciento respecto al mismo año
del año anterior, aunque respecto a abril mejoraron un 11,4 por
ciento, algo que la Asociación Surcoreana de Importadores (KAIDA)
atribuye a las nuevas medidas fiscales.
No obstante, el presidente de esta asociación, Park Dong-hoon,
aseguró en una reciente entrevista que los automóviles importados no
serán tan beneficiados por la bajada de impuestos, ya que los
surcoreanos que los compran tienen un mayor poder adquisitivo y
cambian de coche con más frecuencia.
En Corea del Sur, donde casi la totalidad de los vehículos que
circulan son de fabricación nacional, un coche importado es
considerado un lujo, con precios muy superiores a sus equivalentes
nacionales.
No obstante, los consumidores surcoreanos han aumentado cada vez
más su gusto por el motor extranjero, que consideran más atractivo
que los repetitivos modelos coreanos, y han empujado las ventas y
las miras de fabricantes europeos como Volkwagen, Peugeot o
japoneses como Toyota u Honda.
Tratados de libre comercio como los de Estados Unidos y la Unión
Europea, todavía incompletos, se centran precisamente en acabar con
esas irregularidades y abrir el inaccesible mercado surcoreano a las
novedades internacionales del motor, que a buen seguro encontraran
conductores dispuestos a adquirirlas. EFE