Washington, 1 jul (EFE).- Estados Unidos dará espacio a los
esfuerzos diplomáticos de la OEA para resolver la crisis en Honduras
antes de determinar el futuro de la ayuda exterior a ese país,
informó hoy un funcionario de alto rango del Gobierno.
"Estamos evaluando el impacto de estas acciones (el derrocamiento
de Manuel Zelaya) en los programas de asistencia. Nuestro enfoque es
el bienestar del pueblo hondureño", dijo en conferencia telefónica
el funcionario, que pidió el anonimato por la delicada situación.
Precisó que Estados Unidos esperará al informe que presentará el
secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA),
José Miguel Insulza, ante la Asamblea General del organismo, el
próximo 6 de julio, para determinar los siguientes pasos.
En ese sentido, también valoró la decisión de Zelaya de postergar
su regreso a Honduras mientras se realizan las gestiones
diplomáticas.
La madrugada del miércoles, la Asamblea General aprobó por
unanimidad una resolución de cinco puntos que impuso un plazo de 72
horas para la restitución "inmediata, segura e incondicional" de
Zelaya.
De lo contrario, como mayor medida de presión, la OEA aplicará el
artículo 21 de la Carta Democrática Interamericana de 2001 para
suspender a Honduras del organismo regional, lo que conlleva a su
aislamiento diplomático, económico y político.
El funcionario dijo que la meta de Estados Unidos es continuar
trabajando con sus socios a través de la OEA para resolver la crisis
y para lograr la restitución "incondicional" de Zelaya.
Subrayó que si bien había preocupaciones sobre una consulta
popular no vinculante con miras a una reforma a la Carta Magna,
éstas son "independientes del acto inconstitucional" en contra del
ahora depuesto presidente.
La fuente reconoció que hay lagunas de información en torno a lo
ocurrido la madrugada del domingo pasado, cuando Zelaya fue sacado
de su casa a punta de pistola por militares y expulsado del país a
Costa Rica.
"No hay pruebas claras de lo que ocurrió en la residencia"
presidencial, dijo.
Por otra parte, enfatizó que el Gobierno de EE.UU. realiza una
"revisión" de lo ocurrido para determinar si fue o no un "golpe
militar".
Según el funcionario, Estados Unidos lo considera por ahora un
"golpe de Estado", porque si bien tuvo un componente castrense, "el
traspaso del poder no fue una acción militar".
Se refirió así porque aunque fueron los militares los que sacaron
a Zelaya del palacio presidencial, el Congreso hondureño y algunos
miembros clave de esa institución jugaron un papel importante.
El Parlamento hondureño nombró al titular de ese órgano, Roberto
Micheletti, como nuevo jefe de Estado.
El matiz sobre el tipo de derrocamiento es importante porque la
ley estadounidense exige que, una vez determinado que hubo un golpe
militar, Estados Unidos tiene que cortar la ayuda exterior a ese
país.
Preguntado sobre si EE.UU. tenía conocimiento previo de que
habría un golpe, el funcionario contestó: "la respuesta es no".
Estados Unidos sí estaba al tanto de las crecientes tensiones
políticas y dejó en claro en su comunicación "con todos los actores
políticos que EE.UU. no apoyaría acciones extraconstitucionales",
dijo.
Pese a que se trata de "un momento muy delicado", el funcionario
confió en que se logrará una solución pacífica a la crisis, al
considerar que en la región "estos golpes no duran mucho".
Por ahora, Estados Unidos no prevé retirar a su embajador de
Tegucigalpa porque cree que es preferible mantener una presencia
diplomática que pueda ayudar a resolver la crisis.
Sobre la influencia que pudo ejercer Estados Unidos, el
funcionario señaló que "este es un asunto hondureño", en el que se
tomó una "decisión equivocada".
Vaticinó que, pese a la retórica, será difícil para el nuevo
Gobierno de Micheletti resistir la "abrumadora presión
internacional". EFE