Juan Antonio Sanz
Madrid, 3 nov (EFE).- China, convertida en banquero mundial, está gestando un orden global, que no pasa por su occidentalización, sino por la "sinización" de los países emergentes, proveedores de sus recursos energéticos, afirman los periodistas Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araujo, autores de un nuevo libro sobre el titán asiático.
"No hay duda de que China está deshaciendo el actual statuto quo y de que intenta fraguar un nuevo orden mundial en Asia Central, donde desplaza a Rusia; en África, donde sus firmas sustituyen a las occidentales, y en América Latina, donde algunos países utilizan su amistad económica como bandera política antiamericana", explica el español Araújo en una entrevista con Efe.
Araújo, corresponsal en Pekín de la agencia de noticias Notimex, y Cardenal, también español y redactor del diario "El Economista" en la capital china, son los autores de "La silenciosa conquista china" (Editorial Crítica), una investigación sobre la estrategia de "la potencia del siglo XXI" para forjar "su futura hegemonía mundial".
Los autores han viajado por 25 países y realizado medio millar de entrevistas en aquellos lugares donde la presencia china se ha convertido en sinónimo de éxito económico, pero también de cambios, muchas veces brutales y nada éticos en la sociedad de esos países.
"China no es peligrosa por sus 1.300 millones de habitantes o porque haga negocios mejor que nadie. Es peligrosa porque detrás de ese éxito hay un sistema de un partido único que ha demostrado durante 62 años cuál es su forma de ver el mundo y de gobernar a su gente. Una forma inadmisible para nosotros", añade Araújo.
"Siempre nos han vendido la idea de que la apertura, el crecimiento y la expansión económica de China iban a estar vinculados a una occidentalización de este país. Nadie había previsto que la expansión de China iba a suponer la sinización del mundo", subraya Araújo.
En este sentido, Juan Pablo Cardenal destaca a Efe que no sería descartable que una eventual marginación de Grecia en la Europa del euro deviniera en una entrada china sin freno en este país.
"Tienen el arma más poderosa que existe hoy día: dinero en efectivo. Y no hay que ir tan lejos como Grecia para ver su potencial influencia en Europa. El 12 por ciento de la deuda española está en manos chinas", agrega este periodista que lleva casi una década en el país asiático.
A pesar de la crisis, China se convirtió en 2009-2010 en el primer prestamista del planeta al conceder en esos dos años más de 110.000 millones de dólares en créditos, mucho más que el propio Banco Mundial.
Y en sólo diez años, el gigante asiático ha multiplicado por seis sus intercambios con el resto del mundo, desde 510.000 millones de dólares en 2001 a 2,97 billones en 2011.
Con Latinoamérica, por ejemplo, la balanza comercial en 2010 fue favorable a China en 40.000 millones de dólares; además, el 90 por ciento de lo que esa región exporta al país de Extremo Oriente son recursos naturales con bajo o ningún grado de procesamiento.
A cambio de 450.000 barriles diarios de petróleo venezolano, adquirido a precio de saldo y después revendido a terceros países, el China Development Bank concedió 20.000 millones de dólares a Caracas, que se suman a los 4.000 millones de dólares en créditos entregados por el Industrial and Commercial Bank of China
En el caso de Irán, China aparece como su mayor socio comercial con un volumen de 36.000 millones de dólares anuales.
Los autores explican el origen de esos recursos financieros con los que el gigante asiático acapara recursos naturales y voluntades políticas por todo el mundo.
Los chinos ahorran el 40 por ciento de lo que ganan, "la mayor tasa de ahorro del mundo", pero reciben rendimientos negativos, consecuencia de la intervención de unos tipos de interés que son a menudo más bajos que la inflación.
"China S.A. utiliza ese dinero por el que paga cero intereses para conceder a las empresas estatales financiación barata con la que acometen su conquista del mundo", señalan los autores del libro.
Araújo y Cardenal hacen hincapié en que la expansión china en África, Asia o América Latina es un asunto "estratégico" con razones internas: si China no creciera anualmente al menos el 8 por ciento, reventaría su precario equilibrio social.
Para alimentar ese crecimiento necesita los recursos de esas regiones, incluso a costa de penosas condiciones laborales, que en algunos casos rozan la esclavitud, y de la alianza con regímenes dictatoriales, como los de Irán, Corea del Norte o Sudán.
"Lo fundamental no es que China esté conquistando el mundo, sino cómo lo está haciendo", refiere Araújo, pues, como subrayan los dos periodistas, "allí donde China ve oportunidades, opta por actuar como cómplice de los excesos, en lugar de hacerlo como guardián de la legalidad". EFE