París, 10 sep (EFE).- El presidente francés, Nicolas Sarkozy,
presentó hoy las modalidades de una nueva "tasa de carbono" que
gravará las emisiones de dióxido de carbono (CO2) para luchar contra
el cambio climático, pero puso el acento en que será compensada con
otras rebajas fiscales ante la reticencia de la opinión pública.
"Hay que reforzar la fiscalidad que grava las actividades
contaminantes y reducir la que pesa sobre el trabajo", dijo Sarkozy
en un discurso dedicado a tranquilizar a los franceses que las
encuestas dicen opuestos a esa tasa de carbono que empezará a
aplicarse en 2010.
Para conseguirlo insistió en que "la tasa de carbono no aumentará
los impuestos", ya que se compensará con una disminución del
impuesto sobre la renta o con la entrega de un "cheque verde" para
los que están exentos de ese tributo de unos 86 euros por
contribuyente.
Esa cifra será variable en función de las condiciones de cada
familia, y más elevada para aquellos que no tienen acceso al
transporte público y están obligados a recurrir al coche privado,
como los que viven en zonas rurales o trabajan en horarios
nocturnos.
El jefe del Estado conservador optó por empezar situando el nivel
del nuevo gravamen, que se aplicará a particulares y empresas
consumidoras de combustibles fósiles, en 17 euros por tonelada de
CO2, lo que significa, por ejemplo, un encarecimiento de 4 céntimos
de euro por litro de gasóleo, de 4,5 céntimos para la gasolina o una
subida media del 8% en la factura de calefacción de fuel.
Esos 17 euros, que se basan en la cotización media de la tonelada
de CO2 en el mercado europeo de emisiones durante los dos últimos
años, se sitúa muy por debajo de los 32 euros preconizados por la
comisión de expertos que había creado el mismo Sarkozy.
Las industrias grandes consumidoras de energía quedan fuera de
este nuevo impuesto porque ya están sometidas al sistema europeo de
intercambios de emisión.
También queda excluida la electricidad, con el argumento de que
en Francia su producción procede en su mayor parte de las centrales
nucleares y de otras fuentes renovables que, según quiso dejar claro
Sarkozy, no generan emisiones causantes del efecto invernadero.
El presidente francés reiteró su voluntad de "luchar de la forma
más clara para obtener la creación en Europa de una tasa carbono en
las fronteras", que tendrían que pagar los productos importados de
países que no aplican políticas para combatir el cambio climático.
"Estoy a favor del medio ambiente, pero quiero conservar nuestras
fábricas", señaló para justificar ese dispositivo a escala europea,
que a su juicio está incluso legitimado por la Organización Mundial
del Comercio (OMC) si los países de la UE ponen una tasa de carbono
dentro de sus fronteras.
Sarkozy avanzó que el nuevo impuesto aumentará con el tiempo, sin
precisar a qué ritmo, con el objetivo de que en el horizonte de 2030
se sitúe en los 100 euros por tonelada de CO2 y justificó su
pertinencia porque "nuestra generación tiene que gestionar los
excesos" cometidos con el medio ambiente y "el mayor desafío es el
calentamiento climático".
Afirmó que en el futuro "no se podrá contaminar el planeta de
forma impune" y que Francia tiene intención de ser pionera y así
"vamos a convertirnos en líderes mundiales de energías sin carbono".
El presidente conservador no se privó de lanzar puyas contra la
oposición socialista, de la que en los últimos días había recibido
críticas por la creación de un nuevo impuesto.
Para hacerlo, recordó el "pacto ecológico" que habían suscrito
los grandes partidos políticos antes de las elecciones
presidenciales de 2007, que incluía una fiscalidad medioambiental, y
dijo que ahora "al oír a algunos, me da la sensación de que no
firmamos el mismo documento". EFE