Lisboa, 2 may (EFE).- El rescate financiero de Portugal que prepara un equipo de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) entró esta semana en su fase final, mientras la presión sobre la deuda lusa sigue dificultando la recuperación del país.
Los intereses de los bonos lusos en el mercado secundario se mantienen por encima del 11,8 % a dos y cinco años, mientras que a diez años subieron hasta superar el 9,7 %, casi el triple de los bonos alemanes, utilizados como referencia.
Un portavoz de los representantes de la UE y el FMI, conocidos en Lisboa como la "troika", explicó hoy a EFE que el documento elaborado por los expertos de la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI ya está listo después de tres semanas de trabajo.
Este "memorando de entendimiento" va a ser ahora enviado al Gobierno luso, que podrá reaccionar y presentar "algún comentario" si lo considera pertinente.
Posteriormente, el Ejecutivo portugués -en funciones desde la dimisión del primer ministro, el socialista José Sócrates, el pasado 23 de marzo- será el encargado de enviar el texto a la oposición, según la misma fuente, y probablemente hacerlo público.
El documento final será sometido a votación el día 16 en la reunión de los ministros de Economía comunitarios.
El análisis de las necesidades financieras de Portugal y el resultado de las conversaciones mantenidas con los sectores más representativos de la economía y la política lusa, que han servido para preparar el paquete de asistencia, se han prolongado durante tres semanas, desde el pasado 12 de abril.
El último contacto de los representantes de Bruselas y el FMI antes de terminar el memorando fue la visita este fin de semana a las autoridades de las dos regiones autónomas de Portugal, los archipiélagos de Madeira y de Azores.
Los representantes de la troika no han concedido entrevistas ni realizado ningún tipo de comparecencia pública desde el inicio de su trabajo en Lisboa, y no han confirmado las primeras estimaciones sobre el rescate financiero de Portugal, con unos 80.000 millones de euros en préstamos para los próximos tres años.
Un portavoz de la misión apuntó que el texto final dejará "margen de maniobra" al Gobierno que salga de las elecciones anticipadas del próximo 5 de junio en Portugal para que pueda decidir cómo aborda los objetivos económicos -entre ellos la reducción del déficit público- marcados a cambio de su ayuda.
En un ambiente ya de precampaña electoral, la cuestión de preservar cierta autonomía al partido que gane los comicios en Portugal para que programe sus medidas económicas, se ha convertido en uno de los principales temas de discusión en el país.
La opción de recibir inmediatamente una parte de la ayuda y aplazar la negociación del rescate y sus condiciones hasta después de las elecciones fue desestimada rápidamente por Bruselas, que exige un compromiso de los principales partidos lusos.
Mientras la preparación del rescate ha entrado en la recta final, la presión de los inversores sobre la deuda lusa continúa asfixiando al país, que regresa este miércoles al mercado primario con una emisión de entre 750 y mil millones de euros.
Los títulos lusos a diez años cotizaban hoy al 9,711 % de interés, prácticamente el triple que la penalización sobre el bono alemán-, que se situaba en el 3,251 %.
Las obligaciones portuguesas a cinco años también registraban esta misma tendencia al alza y llegaron al 11,886 %, muy cerca del máximo histórico (11,954 %) alcanzado la semana pasada.
La evolución de estos intereses refleja cómo la confianza de los inversores en el país se deterioró de forma acelerada en los últimos tres meses, ya que entre el 15 de febrero y el 20 de abril pasaron del 7 % al actual 11 %.
En el caso de los títulos a dos años la rentabilidad era hoy del 11,976 %, ligeramente por debajo del máximo histórico del viernes.
La petición del rescate, oficializada el 6 de abril, no ha conseguido disminuir la presión de los mercados sobre Portugal, lo cual según los analistas refleja la preocupación por el contagio de una hipotética reestructuración de la deuda griega. EFE