Por Joseph Cassinelli
MADRID (Reuters) - Mientras que el Barça tiene ya puesto un pie dentro de la final de la Copa del Rey tras la victoria de 1-0 sobre el Valencia el jueves, el ambiente en el estadio se mostró algo apagado, con un Camp Nou apenas a la mitad de su capacidad.
Pese a que tanto Lionel Messi, como Luis Suárez y el fichaje récord del club Philippe Coutinho estuvieron presentes en el espectáculo del partido de ida de la semifinal entre el líder y el tercer clasificado de La Liga, la cifra oficial de asistencia se quedó en 50.959.
Esta ha sido la segunda peor asistencia de la temporada para el Barcelona, después del partido contra el Sporting de Lisboa en diciembre por la Liga de Campeones.
"No sé qué se puede hacer para incentivar", dijo el entrenador Ernesto Valverde en una rueda de prensa.
"Supongo que el horario no ayuda, termina tarde, la gente trabaja, es invierno... nosotros intentamos hacer que los que vengan, disfruten", añadió Valverde.
Es un problema que la Copa del Rey lleva sufriendo toda la temporada. El Real Madrid, con una capacidad de 81.000 personas en el Santiago Bernabéu, solo vendió 46.409 entradas para su partido de cuartos de final contra su rival local el Leganés el mes pasado.
También quedaron vacíos más de 15.000 asientos en el encuentro en casa del Atlético de Madrid contra el Sevilla en la misma fase de la competición.
Hay una serie de razones por las cuales la asistencia es más baja en los partidos de la Copa del Rey que en los encuentros de Liga.
La estructura de dos partidos de ida y vuelta de la Copa del Rey supone que los aficionados podrían tener cuatro partidos extra a los que asistir en enero y a principios de febrero, un periodo inmediatamente después de las fiestas navideñas en España, que tradicionalmente es el más austero del año.
Otros factores son las malas condiciones climáticas, los partidos en horario tardío y en medio de la semana y el hecho de que estos también sean emitidos en la televisión terrestre.
Todas estas causas se juntan para garantizar que, tal y como está ahora, la Copa del Rey ofrece pocas esperanzas de llegar a estimular el apetito de los aficionados.