SINGAPUR - Shein, el gigante de la moda rápida valorado en 66.000 millones de dólares, navega actualmente por un complejo panorama normativo mientras se prepara para su oferta pública inicial (OPI). La empresa, conocida por su ropa asequible y moderna, está bajo la lupa de las autoridades estadounidenses y chinas, que prestan especial atención a sus prácticas en la cadena de suministro.
En Estados Unidos, Shein ha sido objeto de un escrutinio de su cadena de suministro por afirmar que se abastece de algodón procedente de Xinjiang, una región envuelta en la polémica sobre los derechos laborales. La empresa ha negado firmemente estas acusaciones, afirmando su compromiso de cumplir las leyes y reglamentos laborales.
Las dificultades normativas de Shein se ven agravadas por los nuevos requisitos de Pekín, que ahora exige que las empresas obtengan una aprobación formal antes de realizar OPI extranjeras. Este cambio se produce tras el incidente de Didi Global, que ha llevado a los reguladores chinos a reforzar el control sobre las empresas nacionales que quieren cotizar en el extranjero. Shein, con sus importantes lazos de producción con China, se encuentra en una posición delicada al intentar cumplir esta normativa.
En respuesta a estos retos, Shein ha intensificado sus esfuerzos de cumplimiento y presión. La empresa pretende ajustarse a las normas internacionales y sortear las tensiones geopolíticas que influyen en sus perspectivas de salida a bolsa. Mientras el líder de la moda rápida espera la decisión de la SEC sobre su solicitud confidencial de OPV, el camino a seguir requerirá maniobrar con cuidado a través de las cambiantes exigencias normativas tanto de EE.UU. como de China.
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