Washington, 30 sep (EFE).- Los líderes republicanos en la Cámara de Representantes de EE.UU. tratarán hoy de aprobar un nuevo plan presupuestario para evitar el cierre del Gobierno que volvería a atacar la reforma sanitaria, después de que el Senado rechazara una propuesta anterior que también buscaba descarrilar esa ley.
La nueva propuesta retrasaría durante un año la entrada en vigor, prevista para enero de 2014, de una cláusula de la reforma sanitaria que obliga a todos los estadounidenses a contratar un seguro de salud, indicaron fuentes republicanas al diario Washington Post y la revista Politico.
Las posibilidades de que la mayoría republicana en el Senado acepte ese nuevo plan son mínimas, lo que hace casi inevitable que el Gobierno federal tenga que suspender algunas de sus actividades no esenciales a partir de esta medianoche, cuando termina el actual año fiscal, por falta de fondos.
La propuesta, acordada en una reunión en tarde de este lunes entre los líderes republicanos de la Cámara Baja, es un nuevo intento de ese partido de mermar la reforma sanitaria de 2010 a través del debate sobre el presupuesto federal.
El Senado ya ha rechazado dos planes similares de la Cámara baja: una que buscaba eliminar todos los fondos para la reforma sanitaria y otra, emitida la madrugada del domingo, que buscaba retrasar un año la implementación de toda la ley, y que fue descartada hoy por la Cámara alta.
Por su parte, la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, trata de reunir los votos suficientes en su partido para convencer a los republicanos de aprobar antes de la medianoche una resolución que permita seguir financiando el Gobierno durante varios meses.
En el Senado, el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, busca apoyos para una resolución que mantendría abierto el Gobierno una semana más y que no incluye ningún ataque a la reforma sanitaria, pero es complicado que consiga el apoyo del sector más conservador del partido.
Esas estrategias hacen prever negociaciones a contrarreloj hasta la medianoche, cuando entrará en vigor el cierre, que obligaría a mandar a casa a casi 800.000 funcionarios durante el tiempo que dure la escasez de fondos y podría costar más de 1.000 millones de dólares a las arcas públicas, según la Casa Blanca.
El presidente de EE.UU, Barack Obama, dijo este lunes que no está "resignado en absoluto" a que el Congreso no vaya a conseguir un acuerdo de última hora para evitar el "cierre" parcial del Gobierno federal, algo que no ocurre desde 1996. EFE