Por Laila Bassam y Tom Perry
BEIRUT (Reuters) - Las protestas contra el Gobierno de Líbano se volvieron violentas el domingo, en su segunda jornada, y el primer ministro Tammam Salam amenazó con renunciar ante el descontento de los miles de personas que salieron a las calles.
El malestar contra el Gobierno de unidad del Líbano, compuesto de varios grupos políticos, llegó a su punto álgido en las últimas semanas por la incapacidad para resolver el problema de dónde llevar la basura, en un reflejo de las graves dificultades de un estado débil.
El gabinete de Salam se ha paralizado por rivalidades políticas y sectarias que se han exacerbado por una crisis más amplia en Oriente Próximo, que incluye una guerra en la vecina Siria.
Salam, en una alocución por televisión, advirtió de que el Líbano se dirige a un colapso y que él no será parte de ello. Haciendo blanco en la clase política libanesa, dijo que el principal problema del país es "la basura política".
Miles de manifestantes, movilizados por la crisis de la basura, tomaron las calles de Beirut este fin de semana como parte de una campaña contra el Gobierno bajo el nombre "Apestas".
La policía usó gases lacrimógenos y cañones de agua contra los manifestantes, que lanzaron piedras y palos a los agentes antimotines cerca de las oficinas de Salam en el centro de la ciudad.