Berlín, 9 ene (EFE).- El Gobierno alemán quiere a un técnico, no a un político, al frente del consejo de vigilancia del futuro aeropuerto internacional Berlín-Brandeburgo (BBI), tras la hasta ahora caótica gestión de ese gran proyecto de la capital alemana, cuya apertura acumula ya cuatro años de retrasos.
El ministerio de Finanzas anunció hoy su propósito de colocar a un "experto independiente" al frente de las obras, después de que el hasta ahora presidente del consejo de vigilancia, el alcalde-gobernador de Berlín, Klaus Wowereit, anunciara el pasado lunes su renuncia al puesto.
Wowereit, del Partido Socialdemócrata (SPD), anunció su retirada, tras admitir un nuevo retraso en la apertura del aeropuerto, y dijo que el puesto pasaría a su correligionario y primer ministro de Brandeburgo, Matthias Platzeck.
Los sucesivos aplazamientos, por fallos técnicos, en la apertura del aeropuerto ha puesto bajo presión a Wowereit, contra el que se espera presente una moción de censura la oposición de la cámara regional de la ciudad-estado y capital alemana.
Wowereit está al frente del gobierno de Berlín desde 2001 y en la presente legislatura lidera una gran coalición con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel.
Las obras del nuevo aeropuerto internacional se iniciaron en 2006 y originariamente estaba previsto que entrara en funcionamiento en 2010.
La fecha fue postergada, primero a junio de 2012, a lo que siguieron varios retrasos más por graves problemas técnicos, en especial en lo que concierne a los dispositivos de seguridad contra incendios.
A finales del año pasado se anunció que sería abierto en octubre de 2013, pero el pasado lunes Wowereit admitió que tampoco sería posible mantener esa fecha, sin que hasta ahora se haya determinado cuándo se calcula que podrá inaugurarse.
El presupuesto de la obra se ha disparado, en ese tiempo, de los cerca de 2.000 millones a unos 4.300 millones de euros.
Los retrasos han obligado a mantener en funcionamiento los dos viejos aeropuertos de la ciudad aún en activo -Tegel y Schönefeld-, bastante desfasados y al borde de su capacidad para absorber el trágico aéreo a la capital alemana.
El penúltimo retraso en las obras se dio a conocer apenas dos semanas antes de la fecha entonces prevista, junio de 2012, cuanto las aerolíneas y comercios que pensaban operar en el nuevo aeropuerto tenían todo su operativo preparado para la inauguración.
Ello provocó cuantiosas pérdidas económicas en las compañías, que tuvieron que adaptarse a seguir operando desde esos viejos aeropuertos, pese a que habían ampliado su oferta con nuevos destinos desde Berlín, mientras que bares, restaurantes y tiendas siguen sin poder estrenar los locales planificados para el aeropuerto Berlín-Brandeburgo. EFE