Barcelona, 16 jun (.).- Deutsche Bank (ETR:DBKGn), uno de los acreedores internacionales de Celsa, asegura que confía en la "salud operativa" de la compañía y que su objetivo es "encontrar una solución" que permita desbloquear los 550 millones en ayudas públicas que ofrece la SEPI para garantizar la viabilidad de la siderúrgica.
La familia Rubiralta, dueña de Celsa, negocia a contrarreloj con los fondos acreedores, que controlan deuda de la compañía por valor de unos 2.200 millones, para tratar de llegar a un acuerdo antes del 30 de junio que haga posible la inyección de la ayuda financiera de la SEPI.
Fuentes del banco alemán afirman que están buscando "activamente" un acuerdo con la empresa, los accionistas y los acreedores que permita a Celsa reducir su deuda "para que pueda continuar prosperando y crecer".
"Somos sólo uno de los muchos acreedores que han apoyado a Celsa durante varios años. Somos plenamente conscientes de la importancia de resolver la situación y encontrar una solución justa", sostienen desde la entidad.
Los acreedores, entre los que figuran Deutsche Bank, Cross Ocean Partners, Goldman Sachs (NYSE:GS) Group y SVP Global, dicen que están dispuestos a acceder a la petición de los Rubiralta de retener el 100 % del control de la empresa, pero no aceptan que sigan poseyendo el 100 % de todo el valor una vez que la financiación de la SEPI y la deuda reestructurada sean reembolsadas.
Sostienen que la propuesta de la empresa es "injusta, desproporcionada y totalmente incoherente con todos los principios establecidos de las finanzas corporativas", puesto que pide a los acreedores que renuncien a 1.200 millones de euros que les debe Celsa, mientras que "la familia Rubiralta solo tiene previsto aportar 50 millones a la empresa".
Los fondos proponen que si hubiera algún valor en exceso de la SEPI y la deuda reestructurada este se asignara en un 51 % a los accionistas actuales y en un 49 % a los acreedores, mientras que la familia Rubiralta, sostienen, quiere que este exceso de valor quedara íntegramente bajo su control.
Tanto los sindicatos como la Generalitat han salido en los últimos días en defensa de la siderúrgica catalana y de su continuidad industrial y han emplazado a los fondos acreedores a facilitar el acuerdo para garantizar la viabilidad del grupo.
Según algunos medios, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llamó el lunes al presidente ejecutivo del Deutsche Bank, Christian Sewing, para presionar a la entidad para que acepte una quita de la deuda de Celsa que le permita acceder a la ayuda financiera ofrecida por la SEPI.
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