Tokio, 28 abr (.).- El Banco de Japón (BoJ) decidió hoy mantener su amplia política de flexibilización monetaria, a pesar de la aceleración de la inflación en el país, que según las previsiones revisadas de la entidad ascenderá al 1,9 % para este ejercicio, y de la continuada devaluación del yen.
El banco central nipón apostó por seguir adelante con la estrategia que viene aplicando desde 2013, consistente en cuantiosas operaciones en los mercados de deuda y tipos de interés ultrabajos, actualmente fijados en el -0,1 % a corto plazo y en el 0 % a largo plazo para los bonos estatales.
El BoJ sigue firme con su plan a pesar de que diverge cada vez más de otras entidades de referencia como la Reserva Federal estadounidense (Fed) y del Banco Central Europeo (BCE), que se han decantado ya por aplicar subidas de tipos o por hacerlo en los próximos meses en el contexto de inflación global.
LA INFLACIÓN TAMBIÉN LLEGA A JAPÓN
En su reunión sobre política monetaria, el Banco de Japón se hizo eco del avance de la inflación en la tercera economía mundial, y revisó al alza sus previsiones del índice de precios de consumo (IPC) para el actual ejercicio fiscal, que se prolongará hasta marzo de 2023 y cuando la entidad calcula que habrá un avance del 1,9 % del indicador.
Esta evolución se debe principalmente "al impacto de la significativa alza de los precios energéticos", según señaló el banco central nipón en un informe adoptado durante su reunión.
El índice de precios de consumo de Japón aumentó un 0,1 % el pasado ejercicio, lo que supone el primer incremento en dos años, mientras que el pasado marzo creció en un 0,8 %, la mayor subida en 26 meses.
Japón empieza a sentir así el impacto del auge de las materias primas y de la energía a nivel global, impulsado por la guerra de Ucrania desde finales de febrero, y lo que sobre el papel acercaría al país asiático a alcanzar el objetivo inflacionario del 2 % fijado por el BoJ.
Sin embargo, el banco central nipón aspiraba a dejar atrás el largo ciclo deflacionista del país a través de subidas salariales, repunte del consumo doméstico y crecimiento económico, un ciclo virtuoso que no ha logrado poner en marcha tras casi una década de agresiva política de estímulos y que se complica aún más en la coyuntura global.
El gobernador del BoJ, Haruhiko Kuroda, señaló que la inflación que experimenta ahora Japón es "transitoria" debido a factores externos y defendió por tanto la necesidad de mantener la estrategia en marcha hasta que la economía nipona sea lo suficientemente robusta, en una rueda de prensa tras la reunión.
EL YEN SIGUE EN DESCENSO
La amplia flexibilización monetaria del BoJ ha tenido como fruto una constante devaluación del yen que ha beneficiado durante años al músculo exportador nipón, pero que ha comenzado a alcanzar durante las últimas semanas niveles considerados preocupantes tanto por el banco central como por el Gobierno nipón.
La insistencia del BoJ en su política monetaria lastró aún más el valor de la divisa nipona frente al dólar, que llegó a comprarse este jueves por más de 130 yenes, un nivel que no se veía desde principios de 2002.
Desde que la Fed comenzó a subir tipos de interés a mediados del pasado marzo, cuando el billete verde se compraba en torno a los 118 yenes, se aceleró el descenso de la divisa nipona al descartar los inversores una moneda hasta hace poco considerada un activo refugio, en busca de dólares más fuertes y con mejores rendimientos.
Kuroda calificó hoy de "no deseables" estos movimientos abruptos en los mercados de divisas debido a que pueden causar "incertidumbre" para las empresas, y recalcó la necesidad de que el BoJ mantenga su rumbo en función de la salud de la economía nipona y no de la coyuntura externa.
La entidad incluso fue un paso más allá en su estrategia al anunciar que comprará de forma diaria e ilimitada bonos de deuda estatal a 10 años, una nueva medida destinada a evitar una desviación mayor del 0,25 % en su objetivo de mantener planos los rendimientos de esos instrumentos de financiación.
El BoJ también revisó a la baja su previsión de crecimiento para el ejercicio en curso, que sitúa ahora en el 2,9 %, nueve décimas menos que su estimación del trimestre anterior.
Los analistas nipones advierten del riesgo de que se dispare la inflación "importada" de Japón si el banco central mantiene su política ultraflexible, pero también desconfían de subidas de tipos que puedan frenar la recuperación económica pospandemia, una disyuntiva de difícil solución para el BoJ.
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