César Muñoz Acebes
Washington, 14 may (EFE).- El Fondo Monetario Internacional (FMI)
emitió hoy una llamada de atención a los países ricos para que
reduzcan su nivel de deuda por el bien de sus economías, mientras
que en las naciones emergentes el ajuste fiscal necesario es mucho
menor.
El mensaje del FMI pone de manifiesto lo anómalo de la crisis
actual, pues en el pasado su gran preocupación había sido la deuda
en los países en desarrollo.
En este momento son las naciones ricas las que más le inquietan,
especialmente porque su posición fiscal ha empeorado pese a que la
recuperación económica ha elevado la recaudación.
Como grupo, el déficit de los países ricos bajará este año en
cuatro décimas, pero la reducción se debe únicamente a la
disminución de la ayuda al sector financiero en Estados Unidos,
según el FMI, que publicó hoy dos informes sobre la situación
presupuestaria en el mundo.
Si se suprime ese factor, los déficit serán peores en 2010 que en
2009 en los países ricos, a pesar de la vuelta al crecimiento
económico.
Según el FMI, sus Gobiernos tendrán que reducir su déficit en
8,75 puntos porcentuales de su Producto Interno Bruto (PIB) durante
la próxima década, más que lo previsto anteriormente, para que su
deuda vuelva al 60 por ciento del PIB en media en el 2030, el
porcentaje de antes de la crisis.
El organismo pidió planes detallados para sanear las cuentas
públicas y urgió a las naciones que ya sienten la presión fiscal a
adoptar medidas inmediatamente.
Mientras, en los países emergentes los déficits han caído, aunque
más lentamente que lo previsto, gracias al repunte de los precios de
las materias primas, la normalización del comercio, la retirada de
las medidas de estímulo y su buena recuperación económica.
Sus Gobiernos deben bajar la brecha presupuestaria en 2,7 puntos
porcentuales del PIB, lo que dejaría su deuda en el 40 por ciento
del PIB en el 2030, según el FMI, que les instó a comenzar ahora
mismo, dado el alto crecimiento de sus economías.
El organismo recomendó a Brasil y Argentina, en particular,
reducir el gasto público y a México recaudar más impuestos, algo que
ya empezó a hacer en enero con la subida de algunos gravámenes.
Según cálculos del FMI, el déficit de toda América Latina, que
ascendió al 6,1 por ciento del PIB en el 2009, caerá al 4,1 por
ciento este año, un desempeño mejor que el estimado por la entidad
en noviembre.
En comparación, en los países ricos el déficit se situará este
año en el 8,4 por ciento del PIB.
Su esfuerzo presupuestario debe ser, por tanto, mucho más
profundo, con la desventaja de que cuentan con una tasa de
crecimiento menor que las naciones en desarrollo y una población más
envejecida que consume más en salud y pensiones.
Pese a su magnitud, "ese ajuste no es imposible", enfatizó hoy en
una rueda de prensa Carlo Cottarelli, director del departamento de
asuntos fiscales del FMI, que les ofreció su propia receta de cómo
hacerlo.
Recomendó concentrarse especialmente en recortar el gasto
público, con la subida en dos años de la edad de jubilación y la
reducción de los sueldos de los empleados públicos, la inversión
social, los subsidios agrícolas y el presupuesto militar.
En opinión del FMI, un factor clave será estabilizar el gasto
público en salud, que Europa en particular ha subestimado, a su
juicio, y en ese sentido aconsejó reducir la cobertura sanitaria.
Los países ricos más endeudados tampoco podrán escaparse a la
subida de gravámenes. El FMI sugirió elevar los impuestos sobre los
bienes raíces, el tabaco, el alcohol, los combustibles y el Impuesto
sobre el Valor Añadido (IVA).
Además, propuso gravar las emisiones de contaminación o subastar
los permisos de emisión de gases, lo que además de mejorar el medio
ambiente supondría una nueva fuente de ingresos públicos.
Ante la dificultad de adoptar medidas como las sugeridas por el
FMI, los Gobiernos podrían caer en la tentación de renunciar a bajar
la deuda y simplemente aspirar a estabilizarla a un nivel más alto
que antes de la crisis.
Cottarelli advirtió de que eso generaría tasas de interés más
elevadas y un menor crecimiento a largo plazo. EFE