Moscú, 2 mar (EFE).- Estonia vivirá la próxima semana la segunda oleada de huelgas desde que se independizó de la Unión Soviética en 1991 para exigir reformas laborales, informaron hoy los sindicatos del país báltico.
"La causa de los paros es la falta de voluntad de los poderes ejecutivo y legislativo para negociar con los sindicatos y empresarios, así como hacer reformas de las leyes sobre los convenios colectivos y los seguros por desempleo", explicó un portavoz la Unión Central de Sindicatos (UCS) de Estonia.
Funcionarios de Educación, apoyados por los estudiantes y organizaciones juveniles pararán entre los días 7 y 9 de marzo para exigir al Estado que incremente la financiación en educación, según las agencias rusas.
Trabajadores de la Sanidad pública apoyarán las exigencias del sector educativo y secundarán la huelga el 7 de marzo para pedir al Gobierno que aumente los salarios de médicos y trabajadores sanitarios.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se unirán a las protestas los trabajadores de los transportes públicos, que afectará sobre todo a los ferrocarriles, cuyos secciones sindicales han convocado un paro de 24 horas.
"El 8 de marzo no saldrá a las vías ferroviarias de Estonia ni un sólo vagón", dijo el presidente del sindicato del ferrocarril, Oleg Chubárov, que descartó el cumplimiento de los servicios mínimos durante la jornada de paro y aseguró que el 68 por ciento de los trabajadores del sector apoya la convocatoria.
La plaza de la Libertad de Tallin será el escenario de un multitudinario mitin el 7 de febrero, según representantes de los trabajadores.
Los sindicatos no descartan que las peticiones económicas deriven en exigencias políticas, dijo el presidente del sindicato minero estonio, Vladislav Poniatovski, quien amenazó con convertir el paro en un mitin político si las autoridades no acceden a reformar el proyecto de ley sobre la negociación colectiva.
"Exigiremos la convocatoria de elecciones parlamentarias anticipadas", indicó.
La anterior ola de huelgas masivas tuvo lugar en Estonia en 2003. EFE