París, 29 oct (EFE).- El antiguo responsable de los servicios de seguridad en la filial francesa de la multinacional sueca Ikea, Jean-François Paris, denunció hoy que la dirección de la empresa conocía que se espiaba a sus empleados y clientes y aseguró que esa práctica también era habitual en las sedes de otros países.
Paris, despedido a mediados de mayo junto con otros tres altos cargos después de que se destapara el escándalo, se sincera por primera vez desde su despido en el vespertino "Le Monde" y lamenta que la compañía, dedicada al mobiliario y accesorios del hogar, responsabilice a unas cuantas personas de unos métodos que, según él, estaban institucionalizados.
Cuando asumió su cargo en Ikea su misión consistía en supervisar a los responsables administrativos de las tiendas francesas y gestionar todo lo relativo a cuestiones de seguridad, desde la prevención de accidentes de trabajo hasta la videoprotección de los establecimientos.
A medida que la cadena expandió su número de tiendas en el país, según explica, sus labores fueron tomando amplitud y llegó un momento en el que se recurrió al servicio de diversas empresas privadas, a las que en un primer momento se les solicitaban datos y antecedentes de los empleados en cuestión.
Desde mediados de 2000 ese "control del pedigrí" alcanzó un "carácter industrial", asegura en "Le Monde", donde precisa que se recurría a bases de datos para conocer si algún candidato tenía antecedentes judiciales, y sostiene que otras filiales de Ikea en el extranjero también se sirven de ficheros similares.
"No medí las consecuencias penales de mis actos. Si lo hubiera sabido, nunca habría corrido el riesgo de exponerme a mí y a mi familia", señala Paris, no sin dejar claro que todas las intervenciones estaban pagadas por la filial francesa de Ikea.
El ex director general de la firma, Jean-Louis Baillot, también despedido en mayo, tacha de "grotescas" esas acusaciones y alega que el exjefe de seguridad busca acusar a otras personas en su intento por defenderse personalmente.
El primero en destapar el caso fue en febrero el semanario "Le Canard Enchainé" que dijo había tenido acceso a un centenar de correos electrónicos entre Ikea y la empresa de seguridad privada Sûreté International, y que aseguró que los sindicatos habían presentado una denuncia contra la empresa por espionaje.
"Ikea Francia no va a hacer comentarios sobre el proceso penal en curso y seguirá aportando toda su colaboración para el esclarecimiento de la verdad", indicó hoy la firma en un comunicado enviado a Efe.
La empresa condenó en esa nota los métodos denunciados, los consideró "contrarios a sus principios más fundamentales, y principalmente al derecho a la vida privada", y recordó además que para evitar que se repitan ha reforzado su organización en Francia, con la creación de un departamento de "gobernanza y conformidad". EFE