Roma, 28 mar (.).- El Consejo Nacional de Ingenieros (CNI) italianos expresó este martes su "completa confianza" en pueda llevarse a cabo antes de 2030 la construcción del ambicioso puente que conectará la isla de Sicilia con la región de Calabria, en la Península Itálica, cuyo proyecto ha retomado el Gobierno de Giorgia Meloni.
"Queremos mandar un mensaje de que los ingenieros italianos estamos a disposición para dar opiniones, con un espíritu de completa confianza en que ha llegado el momento de poder hacerlo", indicó el catedrático en ingeniería Edoardo Cosenza, coordinador del grupo de trabajo sobre el puente en el consejo de ingenieros.
De acuerdo con Cosenza, los plazos avanzados por el Ejecutivo italiano para finalizar la obra en 2023 son "bastante posibles", ya que existe un proyecto previo que servirá como base para el nuevo y también está formalizada la sociedad constructora.
"Italia es un país que tiende a incurrir en atrasos, pero cuando va en ello el orgullo nacional solemos cumplir los plazos", afirmó el ingeniero, durante una intervención ante la prensa extranjera en Roma.
Así, puso como ejemplo la rápida construcción del nuevo viaducto de Génova San Giorgio, completado entre 2019 y 2020 tras el derrumbe del anterior puente Morandi en 2018.
El nuevo Gobierno italiano ha retomado la idea de unir la península con Sicilia con un puente sobre el estrecho de Mesina, un proyecto que se ha propuesto en incontables ocasiones en las últimas décadas pero jamás realizado.
A mediados de este mes, se aprobó un decreto para retomar un diseño presentado en 2011, aunque actualizándolo a las nuevas normas de seguridad y medio ambiente.
Además, reactivará la sociedad pública Stretto di Messina, encargada de promover y dirigir el proyecto, y rehabilitará el contrato anterior con el consorcio constructor Eurolink, participado en un 45 % por la italiana Webuild y en un 18,7 % por la española Sacyr (BME:SCYR).
Cosenza, experto en ingeniería de estructuras, explicó que el principal desafío para el puente no será tanto la zona sísmica sobre la que se levantará, sino los fuertes vientos a los que estará sometido, teniendo en cuenta que su longitud será "cercana a los 4 kilómetros".
Por su parte Angelo Domenico Perrin, presidente del Consejo Nacional de Ingenieros, consideró que la infraestructura será una "atracción turística" con un efecto en las localidades de Villa San Giovanni y Mesina similar al del Golden Gate en San Francisco (EE.UU.) o al Museo Guggenheim de Bilbao (España).
"La realización del puente no es solo un elemento de ayuda, teniendo en cuenta que cada año 12 millones de personas atraviesan el estrecho de Mesina, además es una gran obra de esas que determinan el éxito de un territorio", afirmó.
La construcción de un puente es una idea que se estudiaba ya desde 1971, y que Silvio Berlusconi en su segundo Gobierno (2001-2006), relanzó como uno de sus grandes sueños aunque sin llegar a materializarlo.
En octubre de 2005, un consorcio internacional encabezado por la entonces Impregilo y del que formaba parte Sacyr, además de otras firmas, se adjudicaron el contrato para construir el mayor puente colgante del mundo por 4.400 millones de euros.
El contrato comprendía la construcción de un puente sobre el mar de 3,3 kilómetros de longitud y 60 metros de ancho que permitiese el tráfico combinado por ferrocarril (2 líneas) y carretera (seis carriles) y que las autoridades italianas confiaban en poner en servicio en 2012.
Con el cambio de gobierno, el Ejecutivo progresista de Romano Prodi detuvo la construcción del puente al no considerarlo prioritario en un contexto marcado por la crisis financiera internacional, aunque con el regreso de Berlusconi comenzaron las obras en 2008 para interrumpirlas en 2012, en plena austeridad presupuestaria.