Lisboa, 5 ago (EFE).- La inyección de 4.900 millones al nuevo Banco Espírito Santo (BES), la quinta que se realiza en bancos portugueses procedente de la línea de crédito de la troika, podrá repercutir en el déficit luso, pero no se traducirá en más medidas de corte.
El 4 por ciento del PIB al que Lisboa se comprometió con la troika en el 2014 a cambio del rescate financiero al país (78.000 millones entre el 2011 y 2014) podría rebasar ese límite en caso de que el "Novo Banco", la parte de activos saludables del BES que recibe los casi 5.000 millones, no sea vendida aún este año.
Entonces seguramente tenga "impacto en el déficit, pero es estadístico (...) para la meta del 4 % no cuenta", aclaró la ministra de Finanzas, María Luís Albuquerque, en una entrevista al canal SIC.
Por este motivo, "no será necesario compensar" con ahorros adicionales o nuevos cortes los 4.900 millones de euros de fondos públicos aplicados en el "Novo Banco", cuyo reflote se ejecutará a través de un Fondo de Resolución sufragado por bancos e instituciones financieras portugueses.
Sin embargo, este Fondo, creado en el 2012 por normativas europeas, no tiene dinero suficiente para acometer la inyección y usará por adelantado 4.400 millones de la línea de crédito de la troika reservado para el sector financiero, que contaba en su comienzo con un total de 12.000 millones.
Este montante de la línea de crédito de la UE y el Fondo Monetario Internacional tendrá un interés del 2,95 % en los tres primeros meses, 15 puntos base más de lo que los organismos internacionales cobran a Portugal (2,8 %).
El 2,95 % deberá así ser reembolsado al Estado por los propios bancos lusos y no por los contribuyentes, expuso Albuquerque.
"Cada tres meses que no se reembolse el préstamo, se aumentará una tasa de 5 puntos base", agregó.
El modelo para inyectar capital en el "Novo Banco", que penaliza a los accionistas, pues seguramente perderán todo su capital al quedarse en el "Banco Malo", es inédito en Portugal, que desde el 2011 realizó refuerzos de capital en otros cuatro bancos.
La estatal Caixa Geral de Depósitos (CGD), con 1.650 millones; el Banco Comercial Portugués (BCP) y el Banco Portugués de Inversiones (BPI), con 3.500 y 1.500 millones, respectivamente; y el banco Banif, con 1.100 millones, fueron los escogidos.
En los casos de todo ellos, el Estado luso cobró entonces una tasa de interés superior (en torno al 9 %) con la meta de incentivar aumentos de capital necesarios para reforzar los índices de solvencia exigidos por las autoridades europeas.
Si un determinado banco no devolvía lo prestado, el Estado pasaba a ser accionista del mismo y a asumir, de este modo, posibles pérdidas.
De entre las inyecciones de capital procedentes de la "hucha" de la troika (de la que aún quedan unos 2.000 millones de los 12.000 iniciales), el BPI fue el primero en finalizar la devolución integral de los 1.500 millones más intereses adelantándose a la conclusión del plazo, que estaba fijado para junio de 2015.
El BCP, el mayor banco privado de Portugal, anunció que espera retornar 1.850 millones de los 2.600 millones que todavía le faltan por reembolsar (ya adelantó 400 millones) gracias al aumento de capital finalizado en julio entre inversores privados por valor de 2.250 millones.
El Banif ya devolvió al Estado luso 275 millones de euros de una inyección de capital total 1.100 millones de euros y tiene previsto pagar un siguiente tramo de 125 millones de euros.
Por último, la inyección a la CGD, por tratarse de un banco enteramente estatal, no se encuadra en las condiciones de los otros tres anteriores, de carácter privado.