Madrid, 6 jun (.).- Los bancos españoles, al igual que las mutuas y aseguradoras, se preparan para empezar a preguntar desde agosto a sus clientes por sus preferencias de sostenibilidad a la hora de invertir, como un paso más para adecuar su oferta de productos a los intereses de los pequeños inversores.
El próximo 2 de agosto entrará en vigor el reglamento MIFID II, que busca mejorar los niveles de seguridad del mercado de instrumentos financieros dentro de la zona del euro y establece una serie de medidas con el objetivo de que el cliente esté correctamente informado sobre los productos de inversión que se le recomiendan.
A partir de ese día, las entidades deberán preguntar a sus clientes si prefieren invertir en productos sostenibles, siguiendo un test de idoneidad que el propio usuario debe rellenar como fórmula para medir su grado de aversión al riesgo y sus preferencias de sostenibilidad.
Hasta el momento, el formulario se limitaba a preguntas sobre la situación financiera del cliente, sus objetivos de inversión o el conocimiento y experiencia en este tipo de productos, pero ahora irá más allá para incluir las preferencias de sostenibilidad.
Se trata, explican fuentes financieras, de preguntas concretas para saber si el cliente está interesado en productos de inversión como fondos o planes de pensiones que cumplan con requisitos ambientales, sociales y de gobernanza.
Los expertos consideran que si el pequeño inversor deja constancia de sus preferencias de sostenibilidad, las entidades se verán abocadas a ofrecer productos adecuados a sus intereses, lo que podría traducirse en un mayor peso de los inversores particulares en las finanzas sostenibles.
Además, MIFID II no sólo ampliará la oferta sostenible de las entidades sino que obligará a los comerciales a ampliar su formación en productos sostenibles.
Para que un fondo se considere sostenible debe invertir en empresas cuya labor ayude a mejorar el medioambiente o la sociedad.
Los defensores de las finanzas sostenibles insisten en que este tipo de inversiones, con carteras con una menor huella de emisiones, son más rentables que las tradicionales como demuestra la evolución de los índices Dow Jones Sustainability World o el FTSE4Good IBEX.