Ankara, 10 jun (.).- La caída de la lira turca, que esta semana ha alcanzado su valor más bajo del año, ha disparado la inflación en Turquía por encima del 70 % interanual, provocando una carestía que está cambiando los hábitos de consumo de la población.
Aunque la lira se recuperó tras el dramático desplome de diciembre, con valores de hasta 20 liras por euro, y en los últimos meses ha oscilado entre las 15 y 16 unidades por euro, el efecto inflacionista se hace notar cada vez más.
Este mes, la inflación interanual llegó al 73,5 %, si bien algunos economistas creen que en realidad es más del doble.
En las últimas tres semanas la lira ha vuelto a perder un 13,5 % de su valor y la senda bajista se ha intensificado desde el lunes, con la divisa cambiándose a 18,5 euros, muy cerca ya de las peores cifras registradas en diciembre de 2021.
Tras anunciar hoy el Banco Central turco que aumentará del 10 al 20 % la reserva obligada de los bancos para préstamos denominados en liras, la moneda se recuperó momentáneamente.
Sin embargo, los economistas señalan que la espiral de devaluación e inflación es inevitable cuando el banco emisor mantiene los tipos de interés en un 14 %, muy por debajo de la tasa de inflación.
Eso impide cualquier intento de ahorro y obliga a gastar todos los ingresos o bien convertirlos en oro o divisas.
TODOS BIEN, SALVO LOS POBRES
El Banco Central parece seguir órdenes del presidente de Turquía, el islamista conservador Recep Tayyip Erdogan, que justifica su radical oposición a una subida de los tipos con el argumento, no compartido por los economistas, de que los intereses altos causarían más inflación.
El ministro de Finanzas, Nureddin Nebati, tuvo una explicación más convincente para esta estrategia, al declarar la semana pasada: "Hemos elegido el crecimiento junto a la inflación".
"Habríamos podido también tomar medidas muy duras para bajar la inflación, pero elegimos producción y crecimiento", aseguró en una reunión del gobernante partido islamista AKP.
"La rueda gira. Con este sistema hacen ganancias las empresas de producción y los exportadores, aunque no los (sectores) de ingresos bajos", agregó.
Según el diario opositor Cumhuriyet, esta interpretación desató la ira de Erdogan, por evidenciar que la inflación perjudica a las capas menos adineradas, que el AKP considera su principal feudo electoral.
Efectivamente, la lira débil hace subir las exportaciones turcas, pero a la vez encarece la importación de materias primas no solo para la manufactura, el principal pilar de la industria turca, sino también para agricultura y ganadería.
TOPE DE ALQUILERES
La inflación ha disparado también los precios de los alquileres, y muchos jóvenes que ahora viven en pisos compartidos están regresando a la vivienda de sus padres porque no pueden asumir la subida oficial del 40 %, correspondiente a la inflación media de los últimos 12 meses.
Esta misma semana el AKP aprobó en el Parlamento una ley que limitará toda subida anual del alquiler al 25 %, pero las inmobiliarias ya han avisado de que esto solo llevará a reducir la oferta de pisos y disparará más los precios.
"Hay que evitar alquileres desorbitados, pero con un criterio objetivo. Con una inflación del 73,5 %, un límite arbitrario del 25 % crea nuevos problemas: aumentará el mercado negro y surgirán conflictos sociales. La decisión debe revisarse", reconoció en Twitter (NYSE:TWTR) Samil Tayyar, miembro de la Ejecutiva del AKP.
Otra de las consecuencias de la actual inflación es la subida de los precios de los alimentos, sobre todo de la carne. Así el kebab, probablemente la pieza de gastronomía turca más internacional, y la barbacoa, se han convertido en hábitos fuera del alcance de muchos en Turquía.
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