París, 15 jul (.).- La Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) controlará el papel que tuvieron los supervisores alemanes en el escándalo de la compañía de sistemas de pagos electrónicos Wirecard (DE:WDIG), que se declaró insolvente el 25 de junio tras reconocer un agujero contable de 1.900 millones de euros.
La ESMA indicó este miércoles que evaluará la respuesta de los dos organismos de supervisión, la BaFin y el FREP, porque "la información financiera de alta calidad es fundamental para la confianza de los inversores en los mercados de capitales y el colapso de Wirecard ha minado esa confianza".
"Es necesario evaluar esos acontecimientos para ayudar a restablecer la confianza de los inversores", añadió en un comunicado en el que precisó que concluirá su trabajo el 30 de octubre.
La inspección se centrará en examinar cómo la BaFin y el FREP (el Panel de Control de Informes Financieros) aplicaron las reglas sobre la información financiera a partir de la base de la directiva europea sobre la transparencia.
Esta acción del regulador bursátil europeo es consecuencia de la petición que le hizo la Comisión Europea el 25 de junio para que examinara los hechos que condujeron a la quiebra de Wirecard.
La ESMA había realizado en 2017 una revisión por pares con visitas a siete países, lo que incluyó Alemania y las dos agencias de supervisión, la BaFin y el FREP.
Aunque entonces se constataron "aspectos positivos del modelo de aplicación alemán, también se identificaron áreas de mejora".
Entre esas estaban los procedimientos establecidos en esos dos organismos, la selección y el examen de emisores, la independencia y "conflicto de intereses" en el FREP, así como la "cooperación entre las dos autoridades".
Igualmente pidió a la BaFin y a la Comisión Europea que investigaran si la directiva sobre la transparencia se había traspuesto correctamente en Alemania por la incapacidad de ese órgano supervisor para aplicar las reglas dada su falta de poderes.
Wirecard había conseguido entrar en el selectivo alemán y sus acciones llegaron a cotizarse a 192 euros a comienzos de septiembre de 2018, pero se desplomaron el 18 de junio al no presentar el balance definitivo de 2019 porque la auditora EY se negó a firmar ese documento al tener dudas sobre su veracidad.