Por Isla Binnie
MADRID, 8 dic (Reuters) - Durante un verano surrealista en España, la propietaria Perla Requejo vio cómo se disparaba la demanda por su apartamento de la costa atlántica. El mismo que no logró alquilar en el primer confinamiento. Llegaron tantas solicitudes que decidió ofertar una segunda casa en la misma zona y aumentar el precio.
Mientras que las reservas y las tarifas de alquiler se han desplomado en Barcelona y Madrid, dos de los mayores mercados de Airbnb a nivel mundial, las zonas rurales o costeras y algunas ciudades más pequeñas dan muestras de verdadera salud después de que España impusiera algunas de las restricciones más estrictas por el coronavirus.
El cliente ya no está interesado en los centros urbanos y busca justo lo contrario: zonas alejadas y tranquilas, sin concentración de personas.
"En medio de la pandemia empecé a recibir peticiones para el primer apartamento. Todo el mundo estaba esperando para ver si podían viajar en verano", explica Requejo.
La resistencia de los alquileres fuera de las grandes ciudades ha ayudado a Airbnb, que obtuvo el 40% de los ingresos del año pasado en Europa, a capear la crisis mejor de lo que muchos esperaban.
Mientras la compañía se prepara para su salida a bolsa el próximo jueves, con una de las salidas al parqué más esperadas en el mercado de valores de Silicon Valley, los potenciales inversores se preguntan si la operación implicará crecimiento en el futuro.
Alrededor de dos tercios de las personas que alquilaron pisos o casas a los turistas en España los han trasladado al mercado residencial, según un estudio del portal inmobiliario Fotocasa.
No obstante, en la fría y montañosa región gallega en la que Requejo tiene sus pisos, en el noroeste de España, hay ahora un 20% más de alquileres de vacaciones registrados que en enero, de acuerdo a los datos de una asociación local de alquileres turísticos. Y hay señales de que la apuesta está dando sus frutos.
El precio medio de una noche en las ciudades de Ferrol y Ourense subió un 28% y un 9% respectivamente en el tercer trimestre, según AirDNA, que analiza los datos de los alquileres de vacaciones.
En la costa cantábrica, San Sebastián, paraíso de los surfistas, ha experimentado una alza de las tarifas diarias del 76%, mientras que en Barcelona, en la Costa Brava, los precios han bajado una media del 18%.
Airbnb dice que el 32% de los españoles encuestados a finales de septiembre aprovecharon el hecho de no estar atados a las oficinas y prolongaron los viajes trabajando algunos días lejos de sus hogares.
En ese sentido, Requejo confirma que algunos de sus huéspedes teletrabajaron durante sus estancias.
Otra propietaria gallega, Margarita Orduna, se vio abrumada por las peticiones de su propiedad en Ferrol. Algunas personas la querían para todo el mes de agosto.
"Hubo más demanda que en años anteriores", apunta Orduna.
Requejo, que no ha calculado cuánto caerán sus ingresos totales este año, dice: "No podemos recuperar las reservas que teníamos en abril, mayo y junio".
Pero, gracias al verano, "aunque todo fue muy difícil, conseguimos salvar la temporada".
"FUE ATERRADOR"
Algunos propietarios de viviendas en Europa han hecho de Airbnb su medio de vida y esperan, por tanto, un cambio en el turismo, muy castigado por la pandemia.
En marzo, las fuertes restricciones del Gobierno sorprendieron al anfitrión de Airbnb Roberto Cubas mientras ahorraba para comprar un tercer apartamento en Valencia.
"Fue aterrador. Tuve que hacer yoga dos veces al día y meditar mucho para no volverme loco", dice Cubas.
Las reservas cayeron un 60% en la costa de Valencia en el tercer trimestre, pero a diferencia de Madrid y Barcelona, las tasas aumentaron ligeramente en el tercer trimestre y se mantienen estables en comparación con las de hace un año.
"La gente está desesperada por viajar porque se han quedado atrapados en casa, así que se subirán a un avión en el momento en que los Gobiernos lo permitan", avanza Cubas.
El sitio web de alquiler de vacaciones HomeToGo publicó que el 63% de los españoles planea reservar un alojamiento de vacaciones el próximo año.
Aunque la mayoría de los propietarios que se han trasladado al mercado residencial lo han hecho por tiempo indefinido, alrededor del 15% ha alquilado su propiedad a un inquilino por un plazo fijo y planea comenzar a recibir a veraneantes cuando la situación mejore, dice Fotocasa.
Cubas cree que los anfitriones de Airbnb que aguantaron serán recompensados.
"Cuando todo empiece a moverse de nuevo, seremos menos compartiendo el pastel", señala.
(Información de Isla Binnie; editado por Douglas Busvine y Alexander Smith; traducido por Jorge Martínez)