Jorge Ocaña y Ricardo Ruiz Varo
Bruselas, 1 jul (.).- El aeropuerto de Bruselas registró este jueves largas colas de espera tras el arranque de la temporada de verano y la entrada en vigor hoy del certificado COVID digital, por la falta, en parte, de las herramientas necesarias para validar el documento de los pasajeros.
Bélgica llega a la fecha que la Unión Europea (UE) fijó para su entrada en vigor en todos los países del club comunitario, sin tener todos los deberes hechos y sin que las aerolíneas pudieran escanear el certificado, que tiene formato de Código QR, para comprobar con que documentación viaja cada pasajero.
El problema de las demoras se situaba en las aerolíneas, obligadas a verificar de cada viajero si empleaba como "salvoconducto" una prueba PCR, un certificado de vacunación o de recuperación de la enfermedad.
"Cada destino o país dentro de Europa sigue teniendo sus propias restricciones por lo que tenemos que comprobar visualmente para si el pasajero realmente cumple los requisitos del destino. Y eso, por desgracia, lleva cinco o seis veces más que un 'check-in' normal", asegura a Efe Maaike Andries, portavoz de la aerolínea Brussels Airlines.
Han hecho falta varios meses de trabajo junto a las autoridades nacionales y con el aeropuerto para poder tenerlo todo preparado y que los pasajeros puedan viajar ya con su certificado entre los países de la UE, detalla Andries quien señala que debería ser el Estado el que compruebe su validez “y no dejar toda la responsabilidad en las aerolíneas”.
PRIMEROS VIAJEROS CON CERTIFICADO
María ha estrenado su certificado en el aeropuerto de Bruselas este jueves para poder volver a su Galicia natal junto a sus tres hijos.
Ella es una de las casi cuatro millones de personas en Bélgica que han recibido la pauta completa de la vacuna, lo que le permitió obtener, de forma sencilla el pasaporte y estar exenta de realizarse una PCR para viajar.
"Lo más complicado ha sido completar todos los documentos del Ministerio de Sanidad español. Además, al ir a Galicia también tienes que llevar la documentación gallega", cuenta a Efe.
Sin embargo, María cree que el documento, que es una de las grandes apuestas de la Unión Europea para recuperar la movilidad en la temporada turística, tiene "poca utilidad".
"Todo es muy temporal, nada está garantizando con prueba o sin ella. A medida que van saliendo novedades, se van a adaptando a ellas porque quieren que la gente piense que está segura", opina esta gallega que tiene la sensación de que "todo es muy jugársela".
Tras 40 minutos de espera en una fila, Joan y su familia han podido enseñar su pasaporte en el mostrador del “check-in”, requisito previo a su viaje a Santiago de Compostela para visitar a unos amigos.
“No han comprobado el código, solo con enseñarle la aplicación se lo han creído", dice.
A su juicio, lo que algunos bautizaron como "pasaporte covid" es muy similar a la burocracia que era necesaria para viajar antes de su puesta en marcha, aunque asegura estar encantado con él porque, una vez tenga la segunda dosis de la vacuna, evitará tener que ponerse “más palitos en la nariz”.
PEQUEÑA VUELTA A LA NORMALIDAD
Aerolíneas y sector turístico tienen puestos los ojos en esta campaña de verano en la que se espera remontar los datos del año pasado, con el certificado COVID digital como principal aliado para intentar lograrlo.
Por el momento las cifras son optimistas: la compañía Brussels Airlines calcula que en sus aviones viajaran en esta temporada cerca de un millón de pasajeros, el doble que el pasado verano.
Pese a las colas, la estampa que ha dejado hoy el aeropuerto de Bruselas es ejemplo de cómo la vida vuelve poco a poco a uno de los enclaves aeroportuarios europeos más importantes y en el que el número de viajeros el pasado marzo cayó más de un 90 % respecto al mismo mes del año anterior.
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