La Haya, 30 dic (.).- Países Bajos estuvo entre los 12 primeros países en introducir el euro el 1 de enero de 2002, la operación de cambio de moneda más grande de la historia, que llegó acompañada de debates sobre su valor con respecto al florín o los ajustes de precio en los comercios, aunque su uso se ha normalizado dos décadas después.
En Países Bajos surgieron debates frecuentes sobre posibles dificultades para manejarse con una nueva moneda -que no tiene billetes de 25 como sí ocurría con los florines-, o el reto para las empresas de definir los nuevos precios “redondos” adaptados al euro, pero el tiempo calmó esos temores.
El euro tampoco provocó una inflación masiva como se temía.
El escepticismo rodeaba el posible encarecimiento de los precios vinculado con el cambio de moneda, lo que, en realidad, sí ocurrió, pero debido a la inflación y no a la introducción del euro: los precios se han encarecido hasta un 46 % en las últimas dos décadas, según cifras de la oficina nacional de estadísticas de Países Bajos.
La inflación anual media desde la introducción del euro fue de un 1,8 %, pero en los años previos superaba de media el 2,5 %. En los setenta, era incluso del 7,1 % anual.
La sociedad se acostumbró rápidamente a la moneda, aunque hoy en día ya pocos circulan con billetes en la cartera: los ciudadanos en Países Bajos pagan cada vez más de forma digital, con la tarjeta o simplemente con el teléfono móvil o el reloj inteligente.
En los supermercados se observan cada vez menos cajas donde se puede pagar con billetes, un comportamiento reforzado aún más por la pandemia, que se extiende hasta a los mercadillos al aire libre.
La ausencia de la necesidad de intercambio de moneda (que elimina la pérdida de valor con el cambio) al moverse por la eurozona, que hoy incluye a 19 países, es uno de los beneficios más destacados por los neerlandeses en encuestas realizadas en los últimos años.
Esto también se refleja en los datos económicos de Países Bajos: cuando introdujo el euro en 2002, el PIB era de 31.000 euros por persona.
El PIB per cápita asciende hoy a casi 46.000 euros, lo que sitúa a los neerlandeses en el cuarto lugar de la Unión Europea y por encima de los países de su entorno, con Luxemburgo con el PIB per cápita más alto de la UE, seguido de Irlanda y Dinamarca, según la oficina neerlandesa de estadísticas (CBS) y Eurostat.
Sin embargo, los neerlandeses aún guardan unos 25,6 millones de billetes de florín, un número que apenas ha disminuido en los últimos veinte años, según la entidad nacional De Nederlandsche Bank (DNB). Tienen un valor total de 440 millones de euros.
En Países Bajos, los billetes por valor de diez florines aún se pueden canjear sin ningún coste adicional hasta el 1 de enero de 2032, aunque las monedas ya no se pueden devolver al DNB. Cada florín equivale a unos 45 céntimos de euro.
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