Nueva York, 5 abr (EFE).- La publicación de las actas de la última reunión de la Reserva Federal estadounidense (Fed) aguó hoy la fiesta que había producido en Wall Street la venta por 1.500 millones de dólares de la popular marca de patatas fritas Pringles.
Tras un arranque de sesión en números rojos, la noticia de que el gigante estadounidense Procter & Gamble ha decidido deshacerse de su último negocio relacionado con la alimentación, Pringles, despertaba rápidamente el ánimo comprador de los inversores neoyorquinos.
El grupo comprador, Diamond Foods, se disparó esta jornada el 6,71 % impulsado por una adquisición que triplicará su tamaño y que, aunque le obligará a asumir los 850 millones de dólares de deuda que acumula Pringles, le permitirá añadir las famosas patatas fritas a su cartera de tentempiés.
Procter & Gamble, que perdió por su parte el 0,95 %, se centrará así en la fabricación de productos para el cuidado del hogar y la higiene personal, un negocio en el que es líder mundial.
La sorprendente venta de Pringles se unió además a la noticia, difundida tras el cierre de la sesión del lunes, de que el fabricante de componentes electrónicos Texas Instruments comprará por unos 6.500 millones de dólares en efectivo al fabricante de semiconductores estadounidense National Semiconductor (NSM).
La enorme suma de esa compra, que supone una prima del 78 % sobre el precio al que cerraron las acciones de NSM en la Bolsa de Nueva York el lunes, hacía creer hoy a los inversores que el ámbito empresarial estadounidense está recuperando solidez y los inversores premiaron a las acciones de NSM con una impresionante subida del 71 %, al tiempo que las de Texas Instruments subieron el 1,7 %.
Esas noticias animaron así un día que había empezado algo cojo en Wall Street, donde los inversores se mostraron inicialmente algo pasivos después de que el Dow Jones cerrase el lunes a su nivel más alto en dos años y medio, en 12.400,03 unidades.
El inicial tono bajista de la jornada vino determinado por la nueva subida de los tipos de interés por parte del Banco Popular de China (central), que anunció una nueva subida de su tasa rectora a un año de 0,25 puntos porcentuales, hasta el 6,31 %, con la que pretende contener la inflación.
Los inversores sopesaban el impacto que puede tener la política monetaria restrictiva china sobre su crecimiento económico, aunque otras voces aplaudían que el gigante asiático esté tomando medidas para evitar que la inflación se dispare.
Tampoco ayudó a mantener el clima festivo las noticias macroeconómicas en Estados Unidos, después de que el Instituto de Gestión de Suministros (ISM) informase de que el sector de los servicios en Estados Unidos, responsable de más de tres cuartas partes de la economía en este país, creció a un ritmo más lento en marzo comparado con el mes precedente.
Esa ralentización se debió en parte a la escalada de los precios del crudo ante la inestabilidad de Oriente Medio y el Norte de África, aunque el sector servicios de Estados Unidos todavía logró encadenar 16 meses consecutivos de crecimiento.
Sin embargo, la noticia que realmente aguó la fiesta que había generado la venta de Pringles y de National Semiconductor fue la tan esperada publicación de las actas de la última reunión de política monetaria de la Reserva Federal de EE.UU., que decepcionaron ampliamente a los accionistas.
Esas actas revelan que los miembros del banco central estadounidense divergen en lo que se refiere a cuándo cambiar la política monetaria expansiva que está llevando desde el comienzo de la crisis, aunque parecía claro que continuará hasta el final con su plan de compra de bonos del Tesoro por 600.000 millones de dólares.
Al cierre de la sesión, el Dow Jones de Industriales vio cómo los avances del ecuador de la jornada se esfumaron y acabó con un mínimo descenso del 0,05 %. Algo parecido ocurrió con el selectivo S&P 500, que perdió un leve 0,02 %, mientras que el índice compuesto del mercado Nasdaq logró salvar la jornada con un tímido ascenso del 0,07 %.
En otros mercados el petróleo bajó el 0,11 % hasta los 108,34 dólares por barril, el oro cerró en máximos históricos al acabar a 1.452,5 dólares la onza, el dólar bajaba frente al euro (que se cambiaba por 1,4221 dólares) y la rentabilidad de deuda pública estadounidense a diez años ascendía hasta el 3,48 %. EFE