Lisboa, 28 mar (.).- El Novo Banco, entidad creada tras la quiebra del Banco Espírito Santo (BES), registró unas pérdidas récord de 1.395,4 millones de euros en 2017, un 77 % más que los números rojos que en 2016, debido al aumento de las provisiones para cubrir futuras pérdidas.
"Las pérdidas se produjeron fundamentalmente por el reconocimiento de montantes elevados de provisiones, de acuerdo con las exigencias de las autoridades europeas para que las instituciones bancarias tengan condiciones de recuperar la rentabilidad de forma más rápida y consistente", explicó el banco hoy en un comunicado.
De esta forma, el nivel de provisiones aumentó hasta los 2.056,9 millones, un 49,6 % más que el año anterior.
De este total de provisiones, más de 1.200 son para crédito, casi 400 millones para la venta de operaciones descontinuadas y 134 millones para la reestructuración de la entidad, que va a implementar un nuevo programa de rescisiones para la salida de más de 400 trabajadores.
El margen financiero, que mide la diferencia entre los intereses cobrados por los créditos y los pagados por los depósitos, cayó el 23,3 %, hasta los 514,5 millones, mientras que el producto bancario -equivalente a los ingresos de la entidad- se situó en 719,4 millones, un 9,1 % menos.
Por su parte, los costes operativos disminuyeron el 7,1 %, hasta los 549,2 millones, y el resultado antes de impuestos fue negativo en 923,5 millones, una mejora del 6,5 % respecto a 2016.
El banco cerró el año con 29.691 millones en depósitos, el 16 % más, y el crédito en riesgo se redujo hasta el 23,6 % del crédito total concedido.
En términos de solvencia, el Novo Banco presenta un ratio Common Equity Tier I del 12,8 %, ocho décimas por encima del que tenía en diciembre del año pasado.
En este año, la plantilla del grupo se ha reducido en 608 trabajadores y se sitúa ahora en cerca de 5.500 empleados, repartidos en 473 sucursales (se cerraron 64 oficinas).
El Novo Banco nació en agosto de 2014 tras la quiebra del BES y fue recapitalizado con 4.900 millones.
El Gobierno portugués cerró el año pasado un acuerdo para vender el 75 % del banco al fondo estadounidense Lone Star, que se comprometió a inyectar 1.000 millones de euros en la entidad.
El Estado luso mantendrá el 25 % restante a través del Fondo de Resolución, un organismo público financiado con aportaciones de los bancos portugueses.