Emilio Crespo
Lisboa, 5 jun (EFE).- Un año después del triunfo electoral del centroderecha, Portugal ha logrado cumplir las exigencias de su rescate financiero y está en el "buen camino", aunque la izquierda y los sindicatos lo maldicen por su alto coste social.
Hoy, los comentarios de los políticos de uno y otro lado sobre la situación de Portugal en el primer aniversario de las elecciones anticipadas no parecen referirse al mismo país.
Para la coalición conservadora que logró mayoría absoluta y presume de haber acabado con cinco años de despilfarro socialista, Portugal está reconquistando la confianza de los mercados y se transforma en una economía sana, abierta y capaz de competir y crecer.
Pero los socialistas y la izquierda marxista, con 98 de los 230 diputados lusos, denuncian que la austeridad, la recesión y un desempleo récord del 15 %, multiplican la pobreza y la desigualdad en una nación cuyos salarios e índices de bienestar estaban ya en la cola de la zona euro.
La UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), los organismos que, un mes antes de las elecciones, salvaron a Portugal de la bancarrota con un préstamo de 78.000 millones de euros, certifican que el país cumple las reformas y ahorros impuestos en el rescate
No obstante, las instituciones que marcan objetivos, vigilan la evolución de las finanzas y evalúan al país cada tres meses antes de entregar cada tramo del préstamo, reconocen, en su informe del lunes, que no está claro si Portugal podrá caminar solo y financiarse en los mercados a finales de 2013.
Pese a tener garantizada por el rescate la refinanciación de su deuda, que supera ya el 100 por 100 del PIB, los intereses del bono luso a diez años siguieron subiendo en el mercado y duplicaron con un 17 % a primeros de 2012 los niveles del rescate.
En los últimos meses han descendido poco a poco y ahora rondan el 12 %, aún así un interés que casi triplica lo soportable para el Estado luso.
La recuperación financiera y los fondos europeos no han logrado evitar que los intereses vuelvan a castigar la deuda lusa con cualquier mala noticia, sea de Portugal o de algún otro país víctima de la crisis, como Grecia, Italia o España.
El FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE), la troika de organismos que supervisa la economía lusa, han ratificado, no obstante, que prolongarán su ayuda si el país cumple los ajustes pero no logra volver al mercado por razones externas.
El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, en declaraciones que publica hoy la prensa lusa, se muestra orgulloso del saneamiento financiero de Portugal, que considera más sólido, resistente a contagios y atractivo a la inversión que hace un año.
Las privatizaciones y reformas que ha adoptado en materia económica, judicial y laboral -que le ha costado dos huelgas generales- y los ahorros en servicios y administraciones públicas, van a abrir un nuevo ciclo económico, según Passos Coelho.
El líder conservador también reconoce la "gran capacidad de resistencia" de los portugueses y los muchos sacrificios, como el desempleo, que soportan.
Una encuesta divulgada hoy muestra que el apretón de cinturón tampoco le ha salido gratis al Ejecutivo, y el respaldo electoral de su coalición, que sumó el 50,3 % de los votos hace un año, ha caído al 42 %.
Los socialistas y la izquierda marxista, que están muy lejos de una posible alianza, agrupan ahora el 51 % de los votos frente al 41 de aquellos comicios, con una fuerte recuperación socialista, desde el 28 al 33 %.
El Ejecutivo luso comentó hoy que no gobierna para las encuestas pero en las filas de la oposición consideran el sondeo una muestra más de descontento popular con medidas como la congelación de pensiones, subida de impuestos, eliminación de las pagas extras de los empleados públicos y reducción de festivos y vacaciones. EFE