Madrid, 18 abr (.).- La puesta a flote este jueves del nuevo submarino desarrollado por Navantia para la Armada es un hito para la industria española. Diecisiete años después del arranque del proyecto, el primer sumergible de la serie S-80 pasará en Cartagena su prueba de fuego, ante la atenta mirada de la industria mundial.
Solo nueves países del globo -EE.UU., Francia, Reino Unido, Alemania, Suecia, Rusia, Japón, China y Corea del Sur- tienen actualmente la capacidad tanto para diseñar como construir submarinos, un reducido grupo al que se sumará España de llegar el S-81 Isaac Peral a buen puerto.
Su puesta en el agua el jueves en los astilleros que tiene Navantia en el Arsenal de Cartagena, en un acto al que asistirán los reyes y sus hijas, será el principio de la última etapa del sumergible, que se prevé entregar en 2023 una vez se acabe de poner a punto y supondrá un respiro para la Armada, ya que cuenta ahora solo con uno operativo.
DOS SEMANAS BAJO EL AGUA
En el caso de los S-80 (además del Isaac Peral, Navantia realiza otros tres para la Armada), su construcción se tuvo que parar en seco en 2012, ocho años después de la puesta en marcha del proyecto.
Un problema con los pesos lo frenó y se decidió acudir a la US Navy y a General Dynamics (NYSE:GD), con cuya ayuda se replanteó de forma integral. En 2016, Defensa aprobó el nuevo diseño del submarino, de mayor eslora, hasta los 80,8 metros, y más autonomía de desplazamiento. El techo de gasto se fijó en 2018 en 3.907 millones de euros.
Salvados los escollos, los S-80 rediseñados, de 7,3 metros de diámetro, llevan dentro 60 kilómetros de cables y se pueden operar con 32 marinos, frente a las 65 personas que necesitaban sus predecedores, los de la clase S-70 construidos en los años 70 del siglo pasado en colaboración con Francia.
Podrán permanecer bajo el agua quince días, una autonomía estratégica que permite su sistema de propulsión independiente de la atmósfera (AIP). Con él, obtienen agua y electricidad a cualquier profundidad gracias a un sistema de pila combustible donde el hidrógeno (H2) y el oxígeno (O2) se combinan para producirlos.
EXPORTABLES A OTROS PAÍSES
Ello los convierte en un "arma submarina" más eficaz y los hace atractivos para otros países. Como la India, cuya Marina tiene abierto un programa de compra de seis sumergibles al que aspira Navantia con los S-80, que califica como los submarinos convencionales (no nucleares) más avanzados del mundo.
La naviera pública española aspira a conseguir lo mismo que con sus fragatas F-100, en las que un contrato inicial del Ministerio de Defensa de unos 2.400 millones generó contratos adicionales por otros 2.000 millones con países como Noruega o Australia.
Navantia calcula en unos 250 millones de euros el impacto anual de este proyecto en el PIB español y asegura que por cada euro directo de PIB se generan, de forma adicional, 1,4 euros en la economía española.
Más de cien empresas de once comunidades autónomas han participado en el desarrollo de estos nuevos submarinos, que sostienen, solo en la región de Murcia, 2.000 empleos anuales directos (7.000 contando los indirectos).
Tienen también impacto en otros centros de Navantia, concretamente en Cádiz, donde se han desarrollado los sistemas de combate y la dirección del lanzamiento de torpedos, y en la fábrica de turbinas Ferrol, que construye varios de sus elementos.
En tiempo de trabajo, el programa de los S-80 ronda las 20 millones de horas dedicadas a la producción y 6 millones a la ingeniería, unos números que dan una idea de SU complejidad.
(Recursos de archivo en www.lafototeca.com Código 2021:04:15 GRAF5077 y otros)