Javier Albisu y Catalina Guerrero
Bruselas, 25 ene (.).- La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, cree que el cambio climático obliga a "replantearse el uso del agua" en los sectores que hacen un empleo intensivo de ese recurso cada vez más escaso, pero receta prudencia sobre cómo abordarlo en el sector agropecuario, que necesita "atención y acompañamiento".
"Los problemas ambientales tienen como primer impacto, como primer perjudicado, al agricultor (...) Por tanto, son el primer sector que requiere más atención y más acompañamiento. De eso no tengo la menor duda", dijo Ribera en una entrevista con EFE con motivo de la distinción este miércoles del premio a la personalidad progresista del año del centro de pensamiento FEPS.
El agua ha ocupado gran parte de la agenda medioambiental española en los últimos meses, sea por la gestión hídrica del Parque Natural de Doñana, la degradación del mar Menor, la sequía que afecta especialmente a Cataluña o los cortes que ya se prevén en verano en Andalucía.
Y cada vez ocupará también más espacio en la agenda comunitaria, pues el comisario europeo de Medioambiente, Virginijus Sinkevicius, con quien se reunió Ribera aprovechando su visita a Bruselas, trabaja en una hoja de ruta para mejorar la gestión hídrica en la UE que la Comisión Europea presentará el próximo marzo.
"Quizá durante demasiado tiempo se vivió esta especie de fantasía que consideraba que el agua debía aportarse a demanda, es decir, cuanta más agua se demanda, más agua se tiene obligación de aportar, cosa que es imposible incluso aunque sumemos al agua del ciclo natural la que pueda proceder de la reutilización, de mejoras en eficiencia o de la desalación", razona Ribera.
La también vicepresidenta tercera del Gobierno admite que España necesita replantearse "cómo hacer un mejor uso del agua en cantidad y en calidad de los sectores más intensivos", pero de manera que sea "lo menos traumático posible" y con perspectiva social para evitar derivas populistas.
"Un agricultor con un olivar en Jaén se da cuenta de lo que representa un año de sequía y otro, y otro, y de cómo eso le produce un perjuicio económico, pero también emocional muy grande, porque es el modo de vida durante generaciones. Y sin embargo piensa: '¿y a mí quien me ayuda en este en este proceso, cómo lo vamos a resolver?'", comenta.
Esa sensación de desamparo puede desembocar en "rabia", prosigue Ribera, quien advierte del peligro de dejarse seducir por un discurso populista que "jamás, jamás" da respuestas a los problemas y que, desde el poder, suele operar precisamente "en contra de los sectores más vulnerables de la población".
"Me puedo encontrar como los ciudadanos argentinos" con su nuevo presidente, Javier Milei, que "quince días después de tomar posesión se encontraron sin sanidad, con recortes por todos los lados, sin pensiones...", comenta.
En la reflexión de la política socialdemócrata están muy presentes las elecciones al Parlamento Europeo de junio y también la creciente hostilidad hacia la agenda verde por parte del campo, con protestas en Alemania, Francia, Polonia, Bélgica o Países Bajos, donde la ultraderecha fue la fuerza más votada en las últimas elecciones legislativas.
"Una sociedad moderna debe contar con mecanismos para que nadie que esté en una situación difícil se sienta abandonado por la sociedad. Y sin embargo, hay quien cree que si hay alguien que puede tener miedo es bueno aprovechar ese miedo para hacer reventar todo", resume.
Carne y dieta
Uno de los sectores que ejercen presión sobre el agua es la ganadería, que es también el origen del 11 % del CO2 que la UE libera a la atmósfera. Pero Ribera se muestra prudente a la hora de abordar la transición rural y, en particular, la del sector pecuario.
"En la actividad ganadera industrial, yo lo gestionaría con cuidado. Me parece que no se puede generalizar que es importante ver caso a caso", señala la ministra.
En ese sentido, Ribera descarta que el Gobierno se plantee aumentar la tributación a la carne, aunque sí apela al consumo responsable y aboga por recuperar la variedad de la dieta mediterránea, ya que se ha ido perdiendo "rápidamente" su tradicional equilibrio y variedad de fruta, verdura, legumbres, carne y pescado en proporciones sostenibles y saludables.
"Es bueno recuperar los hábitos que nos recomiendan los médicos de atención primaria desde el primer momento" pero "el Gobierno por ahora no se plantea poner impuestos para discriminar entre el tipo de alimento que ingerimos", concluye.
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