París, 14 di c (.).- Un primer tren de noche entre Viena y París que llegó este martes a la capital francesa es la concreción de un programa de aperturas de otras líneas nocturnas entre grandes ciudades europeas en el que están asociadas las compañías ferroviarias públicas de Francia, Alemania y Austria.
El tren, que había salido de Viena el lunes a la caída de la noche, entró algo más de 13 horas más tarde en la Estación del Este de París, adonde acudieron los responsables de Transportes de Austria, Leonore Gewessler, y Francia, Jean-Baptiste Djebbari, así como los consejeros delegados de la compañía francesa SNCF, Jean-Pierre Farandou, y de la austriaca ÖBB, Andreas Matthä.
El tren va a cubrir esta nueva línea, con paradas intermedias en St Pölten, Linz, Salzburgo, Freilassing, Rosenheim, Múnich, Kalsruhe y Estrasburgo, tres veces a la semana en cada sentido, explicó en un comunicado la Sociedad Nacional de Ferrocarriles franceses (SNCF).
Los convoyes están compuestos por siete vagones con capacidad total para 360 pasajeros, de los cuales 132 en asientos (cuyos precios por trayecto se venden a partir de 29,9 euros), 156 en literas (59,9 euros) y 72 en camas (89,9 euros).
En diciembre de 2020, la SNCF, ÖBB y DB (la compañía estatal de ferrocarriles de Alemania) presentaron su proyecto para relanzar los trenes de noche que, después de las líneas Viena-París y Zúrich-Colonia-Amsterdam abiertas este mes, tendrá continuidad en los próximos años.
A partir de diciembre de 2023 los socios tienen intención de empezar a explotar los trayectos Berlín-Bruselas y Berlín-París y a partir de diciembre de 2024 Zúrich-Barcelona.
En Francia, la SNCF también quiere relanzar los trenes de noche que prácticamente habían desaparecido en la red interior.
A las dos líneas que se habían mantenido (París-Briançon y París-Latour de ère) se ha añadido desde mayo la París-Niza y desde la semana pasada la París-.
Según la compañía francesa, un pasajero que utiliza el tren de noche entre Viena y París (unos 1.040 kilómetros) evita la emisión de unos 400 kilos de dióxido de carbono (CO2) si se compara con la contaminación que hubiera generado en avión.