Mateo Sancho Cardiel
Nueva York, 9 jul (EFE).- Wall Street abrió hoy con muchas ganas de recuperarse, pero vivió una jornada en la que fue perdiendo fuelle hasta pasar de unas ganancias en el Dow Jones del 1,13 % en la apertura a un modesto avance del 0,19 % al sonar la campana de cierre.
Los operadores de bolsa solo querían una cosa: olvidar. Por un lado, dejar atrás el fallo técnico que ayer provocó un apagón bursátil de tres horas y media y por otro, centrarse en las subidas de hoy en las bolsas chinas y no mirar hacia la gran crisis que los mercados de valores atraviesan en la segunda economía del mundo.
Y finalmente, empezar de cero también en lo que a Grecia se refiere: rescate nuevo, cotizaciones nuevas.
Por desgracia para los inversores, la realidad se fue imponiendo poco a poco y solo pudo ser superado de manera óptima el puntual bochorno que ayer sufrió el parqué de Nueva York, por un fallo que hoy se explicó como una actualización de software poco afortunada.
Los recelos pronto aparecieron en China por la evolución de los mercados ante la posibilidad de que haya mayores problemas en las próximas fechas, tal como apuntaron los analistas.
Así, el entusiasmo neoyorquino comenzó a sentir pudor por esa naturaleza siempre impulsiva y celebratoria que no acaba de distinguir entre los paréntesis puntuales y los verdaderos signos de recuperación en las economías propias y ajenas.
Grecia siguió con ese clímax alargado que lleva ya semanas y hoy volvía a sentirse la sensación de momento decisivo en la negociación con sus acreedores: esta noche, presuntamente, el Gobierno del país mediterráneo enviará por correo electrónico su propuesta de acuerdo y mañana habrá un debate parlamentario para obtener el mandato de la Cámara de cara a negociar con los socios.
Quizá esta vez funcione, pero seguir apelando a que comienza un nuevo día para griegos y acreedores es mucho pedir a estas alturas, por eso en Wall Street soñaron al amanecer, pero tocaron tierra al acostarse.