Por Scott DiSavino
(Reuters) - La industria de la energía nuclear estadounidense se enfrenta a una ardua batalla para mantener su cuota en la producción de electricidad del país y algunos proyectan un negro escenario en el que la mitad de los 99 reactores nucleares de Estados Unidos podría cerrar en las próximas dos décadas.
Hace diez años, la energía nuclear parecía encontrarse a punto de resucitar, pero el auge de la producción de gas natural doméstico, los sobrecostes multimillonarios de nuevos proyectos, el accidente de Fukushima en Japón en 2011 y los múltiples cierres de plantas malograron el intento.
El Departamento de Energía (DOE) de Estados Unidos espera que la cuota nuclear en el mix energético del país caiga al 11 por ciento en 2050 desde el actual 20 por ciento y que numerosos reactores echen el cierre. Un estudio del DOE divulgado el pasado agosto señalaba a la creciente producción de gas natural como el principal factor contra la competitividad de la energía nuclear.
"Hasta la mitad de la actual capacidad nuclear en funcionamiento correría el riesgo de una jubilación anticipada en las próximas una o dos décadas debido a los bajos precios de la electricidad y al incremento de los costes", dijo Dana Lazarus, analista senior del sector eléctrico norteamericano en PIRA Energy Group, filial de S&P Global Platts.
Los proveedores de energía nuclear creen que deberían cobrar más dinero por la electricidad que venden porque es más limpia que el gas natural y el carbón y más segura en términos de suministro que el viento y la energía solar, por naturaleza intermitentes. Pero los productores de gas y de energías renovables se oponen a pagos más elevados para la energía nuclear al considerarlos una costosa subvención para un sector no competitivo.
"No estamos buscando un subsidio (gubernamental)", dijo Joseph Domínguez, jefe de asuntos gubernamentales, regulatorios y públicos de Exelon, el principal productor de energía nuclear del país. "Estamos vendiendo un producto premium".
La mayor amenaza se encuentra en estados liberalizados como Nueva York, Illinois y Pensilvania, donde los proveedores, conocidos como reactores mercantiles, compiten contra generadoras de electricidad con gas y energía renovables. En los estados regulados, los operadores recuperan los gastos gracias a costes repercutidos a los contribuyentes.
En los últimos cinco años, los operadores han cerrado seis reactores ante el estancamiento de la demanda eléctrica y los precios del gas natural y de la luz, estando previsto el cierre de otros seis reactores en estados liberalizados en el próximo lustro, en parte porque no pueden competir con las centrales de gas.
El gobierno federal de Donald Trump quiere mantener el liderazgo del sector, que procura unos 475.000 empleos directos e indirectos, según el DOE. En su estudio de agosto, pidió incentivos para las denominadas centrales de carga base como las nucleares o térmicas, que funcionan de forma constante para cumplir las necesidades mínimas de suministro, a diferencia de la energía eólica o la solar.
Para muchos estados, que sigan funcionando las plantas nucleares es clave para los esfuerzos a largo plazo para reducir las emisiones de efecto invernadero. En 2016, Nueva York y Illinois fijó unos créditos financieros para reactores nucleares que generen electricidad sin emisiones, aunque Lazarus de PIRA cree que estas soluciones son cortoplacistas si no se prorrogan.
Exelon ya había amenazado con cerrar algunos reactores en ambos estados antes de la introducción de estos créditos y actualmente dice tener planes para cerrar su deficitaria filial Three Mile Island en Pensilvania en 2019 si no consigue ayudas de ese estado.