Por Scot Paltrow
WASHINGTON (Reuters) - El presidente Barack Obama entró en 2009 en la Casa Blanca prometiendo que trabajaría por un mundo libre de armas nucleares, una promesa que le hizo ganar ese mismo año el premio Nobel de la Paz.
Al año siguiente, mientras aseguraba que Washington mantendría la capacidad de respuesta ante un ataque nuclear, prometió que ya no se desarrollarían nuevos tipos de armas atómicas.
En los 16 meses siguientes a su estreno como presidente, Estados Unidos y Rusia negociaron un nuevo tratado de reducción de armas estratégicas (START, por sus siglas en inglés), un nuevo comienzo (significado de la palabra inglesa "start") dirigido a crear confianza y reducir los riesgos de una guerra nuclear.
Este puso un límite de 1.550 cabezas nucleares al arsenal de cada una de las partes.
Cuando Obama salió del despacho oval en enero de 2017, los riesgos de un apocalipsis no habían remitido. En lugar de ello, Washington llevaba bien avanzado un programa de modernización que se tradujo en armas nucleares más letales y precisas.
Y Rusia hizo lo mismo. Con su arsenal muy degradado tras la Guerra Fría, Moscú había empezado su propio programa de modernización años antes bajo la presidencia de Vladimir Putin. Este supuso la fabricación de nuevos misiles balísticos intercontinentales más potentes y el desarrollo de una serie de armas nucleares tácticas.
En la era Obama, Estados Unidos transformó su principal bomba de hidrógeno en un arma inteligente guiada, mejoró en cinco veces la precisión de los misiles nucleares lanzados desde submarinos y añadió tantas características a los misiles terrestres de largo radio que la Fuerza Aérea los describió como "prácticamente nuevos". Para asistir a estas armas nucleares más letales, los contratistas militares están construyendo flotas de pesados bombarderos y submarinos.
El presidente Donald Trump se ha tomado muchas molestias en deshacer la mayor parte del legado de Obama, si bien ha abrazado con entusiasmo el programa de actualización nuclear. Trump ha pedido al Departamento de Defensa que concluya una revisión del arsenal nuclear estadounidense a finales de año.
Reuters publicó en febrero que durante una conversación telefónica con Vladimir Putin, Trump denunció el nuevo tratado START y rechazó la sugerencia del presidente ruso de comenzar negociaciones para ampliarlo a su vencimiento en 2021.
Algunos altos responsables estadounidenses, parlamentarios y especialistas en control de armas --muchos de los cuales en su momento estaba a favor de un arsenal nuclear fuerte-- advierten ahora que el empuje modernizador presenta graves peligros.
UNA PENSAMIENTO REALMENTE PELIGROSO
Estos argumentan que las actualizaciones contradicen la lógica del tratado, que era reducir el nivel de desconfianza y el riesgo de una guerra nuclear intencionada o accidental. Las últimas puestas al día, dicen, han hecho más destructivos los arsenales de EEUU y Rusia, y más tentador su despliegue. Estados Unidos, por ejemplo, tiene una bomba ajustable para actuar como un arma táctica, y hay otras en proyecto.
En este gráfico, pueden comprobarse los avances de esta bomba: http://tmsnrt.rs/2zRTiGv
"La idea de que podamos de alguna forma afinar un conflicto nuclear es un pensamiento realmente peligroso", dijo Kingston Reif, director de desarme y política de reducción de amenazas en la Asociación para el Control de Armas, un centro de estudios con sede en Washington.
William Perry, uno de los líderes de este organismo y que fue secretario de Defensa siendo presidente Bill Clinton, dijo recientemente en una sesión de preguntas en YouTube que "el peligro de una catástrofe nuclear es hoy mayor que durante la Guerra Fría".