DAKAR, 4 nov (Reuters) - Desde que se secó el lago Faguibine en el norte de Malí, las comunidades que habitan sus resecas orillas han tenido que defender sus hogares de la invasión de dunas de arena, mientras buscan nuevas formas de ganarse la vida en un suelo degradado.
El lago, otrora uno de los más grandes de África Occidental, solía ser alimentado por las inundaciones anuales del río Níger. No obstante, empezó a desaparecer tras las catastróficas sequías de los años 70, lo que obligó a que más de 200.000 personas tuvieran que abandonar sus medios de vida tradicionales.
"Toda esta zona estaba cubierta de agua", dijo el agricultor convertido en pastor Abdul Karim Ag Al Hassane, señalando el horizonte del desierto en un video compartido por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Ahora él y otros habitantes de las aldeas aledañas al lago, al oeste de Tombuctú, tienen que caminar largas distancias para encontrar agua para su ganado y construir barreras con palos en un esfuerzo por mantener a raya las dunas.
La disminución de la población en el lago Faguibine se verá sometida a una mayor presión por el cambio climático. Se espera que el promedio de la temperatura suba más de 3°C en África Occidental para el 2100 y hasta 4,7°C en el norte de Malí, según el organismo climático de la ONU.
Los esfuerzos para aumentar la resiliencia restaurando los humedales de Faguibine y el papel del área como el granero de la región de Tombuctú han fracasado por las oleadas de conflictos, más recientemente una insurgencia islamista que dura ya varios años, según un estudio de 2016 del African Journal of Aquatic Science.
En la localidad de Bintagoungou, el avance de las dunas ha enterrado el patio de una escuela y ha roto los cimientos de los edificios vacíos.
"Esta es una escuela para casi 400 estudiantes", dijo el alcalde, Hama Abacrene. "Es toda una generación. Una generación perdida, una generación condenada a huir o ser reclutada".
(Escrito por Alessandra Prentice; editado en español por Carlos Serrano)