Por Huda Majeed y Ahmed Rasheed
BAGDAD (Reuters) - La tensión entre los líderes chiíes iraquíes aumentaron el domingo mientras se elevaba a seis el número de muertos en las protestas del sábado en el centro de Bagdad.
Cinco de los fallecidos eran manifestantes leales al clérigo Moqtada Al Sadr y el sexto era un policía.
Al menos otros 174 manifestantes resultaron heridos en enfrentamientos entre la policía y los seguidores de Al Sadr que se habían reunido para exigir la modificación de la comisión que supervisa las elecciones, de cara a unos comicios provinciales previstos para septiembre.
Los enfrentamientos estallaron cuando los manifestantes intentaron cruzar el puente que une la plaza Tahrir, donde se habían congregado, y la Zona Verde, una área fuertemente fortificada que alberga edificios gubernamentales, embajadas y organizaciones internacionales.
En una declaración en respuesta a la muerte de sus partidarios el sábado por la noche, Al Sadr dijo: "Su sangre no habrá sido derramada en vano". Prometió represalias "pacíficas".
Varios cohetes Katyusha llegaron a la Zona Verde el sábado por la noche, pero no hubo víctimas, dijo un portavoz militar.
El ala militar de Al Sadr, las Brigadas de Paz, negaron haber disparado cohetes en un comunicado, respondiendo a las declaraciones de un portavoz militar que dijo que parecían proceder de Baladiyat, un distrito donde el clérigo tiene muchos partidarios.
Este recrudecimiento de las tensiones se produce en un momento delicado para el primer ministro Haider Al Abadi, que está tratando de concentrar los esfuerzos en la batalla contra con Estado islámico en Mosul, la última fortaleza urbana de los militantes sunitas en el norte de Irak.
Cuatro de los cinco manifestantes muertos sufrieron el impacto de balas y el quinto murió de causas desconocidas, según un informe actualizado de víctimas por parte de un representante del Ministerio del Interior. La mayoría de los heridos fueron tratados por asfixia con gases lacrimógenos, dijo.
Al Sadr dice que la comisión electoral es favorable a su rival chií, el ex primer ministro Nuri Al Maliki, un político cercano a Irán a quien acusa de corrupción.
También culpa a Maliki por el fracaso del ejército iraquí para contener el avance del Estado islámico en 2014, ya que era entonces primer ministro y comandante de las fuerzas armadas.
El clérigo dijo que sus partidarios querían acercarse a la Zona Verde para que las personas que toman las decisiones oyeran su opinión, y que no tenían intención de volver a asaltar el lugar.
Abadi ordenó una investigación sobre la violencia ante la afirmación del Ministerio del Interior de que algunos manifestantes portaban armas de fuego y cuchillos. Al Sadr insiste en que sus seguidores eran pacíficos.
En un comunicado, el partido Dawa de Maliki acusó a Al Sadr, sin nombrarlo, de tratar de "distraer al pueblo iraquí con la sedición para evitar los esfuerzos por deshacerse del Daesh", en referencia al acrónimo árabe del Estado Islámico.
Al Sadr es abiertamente hostil a las políticas estadounidenses en Oriente Próximo y, al mismo tiempo, tiene una relación problemática con grupos políticos iraquíes aliados con Irán.
Un dirigente chií del ala dura, el jeque Qais Al Khazali, advirtió a Sadr contra la escalada de la violencia. "Aunque defendemos la libertad de manifestación, destacamos la necesidad de no permitir que los acontecimientos se desboquen y lleven a consecuencias dañinas".
Los seguidores de Al Sadr realizaron varias manifestaciones el año pasado reclamando reformas contra la corrupción y asaltaron la Zona Verde después de violentos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.