Por Anuja Jaiman
NUEVA DELHI, 16 mayo (Reuters) - Cinco días después de que un atacante suicida matara a 40 policías indios en febrero en el valle de Cachemira, el dramaturgo y director teatral Abhishek Majumdar se vio obligado a cancelar una obra de teatro sobre el comportamiento de las fuerzas de seguridad indias en la región en disputa.
La puesta en escena de la obra, que estaba programada para el 19 de febrero en la ciudad occidental de Jaipur, fue cancelada por la policía. Pero de no haber intervenido las fuerzas policiales, activistas hindúes radicales habían expresado con anterioridad su intención de recurrir a la fuerza física para que no se representara. Los activistas dijeron que Majumdar era antipatriótico.
Horas antes de que comenzara el espectáculo, el equipo dijo que una multitud reunida en torno al teatro los obligó a salir huyendo del lugar. Según relataron, tuvieron que ir por callejones y calles secundarias para evitar ser atacados en la calle principal.
"No se trataba solo de que a la gente no le gustara nuestra obra, expresara su enfado y abandonara el lugar. No. Fuimos perseguidos por toda la ciudad", dice Ashwath Bhatt, un actor de la obra.
Varios dramaturgos, cineastas, músicos y cómicos dicen que su trabajo ha sido censurado o cancelado a raíz de la presión, a veces acompañada de amenazas físicas, de grupos de hindúes intransigentes cuyo número se ha multiplicado desde que el primer ministro Narendra Modi llegara al poder en 2014.
Muchos de estos artistas dicen temer que si Modi y su partido, el nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP), son elegidos para un segundo mandato en las próximas elecciones generales, se produzcan nuevas restricciones a la libertad de expresión. La mayoría de los analistas políticos prevén que Modi esté en posición de formar Gobierno después del recuento de votos del 23 de mayo.
Reuters entrevistó a 21 actores, dramaturgos, músicos y cómicos para este artículo y descubrió que al menos 15 de ellos han sido sometidos a interrogatorios por parte de los organizadores de eventos o de las autoridades cuando sus obras tocaban temas polémicos, como el secularismo y la intolerancia religiosa, o cuando ridiculizaban las decisiones de Modi.
Los líderes del BJP han desestimado las acusaciones de que el partido no tolera la disidencia.
En Jaipur, Reuters habló con tres de los agentes de policía que impidieron el estreno de la obra de Majumdar. Los tres coincidieron en la opinión de que no era el momento adecuado para escenificar la obra, que aborda el estado mental de los civiles y de las fuerzas de seguridad tras años de disturbios en Cachemira. Ninguno de los tres había leído el guión.
"Nos informaron de un riesgo de reacciones violentas. Así pues, tomamos medidas para evitar cualquier tipo de violencia o de daño", dice el subinspector Mukesh Kumar.
"QUÉ MENTIROSO"
El activista hindú Suraj Soni dice que presentó una denuncia policial contra la obra y que se unió a las protestas porque era una "burla" e "insulto" a las fuerzas armadas de la nación en un momento en que la India estaba de luto por los muertos en el ataque suicida.
"Les dijimos la noche anterior que no siguieran adelante con la obra, ya que los sentimientos del país están en ebullición. Majumdar ji no quiso escucharnos", dice Soni, usando un título honorífico para describir al dramaturgo.
Majumdar dice que nunca se ha reunido con Soni. "Qué mentiroso", dice el dramaturgo de 38 años. "Es una parte de una enfermedad muy extendida que el BJP ha propagado en nuestro país."
Lalitha Kumaramangalam, una dirigente del BJP, dice que las acusaciones de los artistas de que el Gobierno y el partido gobernante estaban tomando medidas drásticas contra la libertad de expresión estaban sólo "en su imaginación".
El número de ataques verbales contra el BJP y sus aliados es ilustrativo sobre la libertad que tienen los críticos, argumenta. Kumaramangalam lo compara con el estado de emergencia de 21 meses que tuvo lugar en la India entre 1975 y 1977, cuando la entonces primera ministra Indira Gandhi suspendió las libertades civiles. Cientos de periodistas, artistas e intelectuales se encontraban entre los detenidos de aquel periodo.
"Aquello fue una verdadera censura. No creo que nadie se haya acercado a repetirlo. Ni siquiera me estarías hablando de ello si hubiera un recorte real de la libertad de expresión en este momento", dice Kumaramangalam.
Claramente, la presión de los grupos hindúes no es la única restricción a la libertad de expresión en la India, una nación a menudo ultraconservadora. Apenas pasa un mes sin que una película sea señalada porque su trama ofende a una religión, grupo étnico, casta u otro colectivo.
Pero es la intensidad de los ataques contra todo lo que desafía la visión del mundo del Gobierno de Modi o de los militares indios lo que asusta a los artistas. La participación más directa de la policía local en la decisión de si una actuación puede continuar es también motivo de preocupación.
"Este Gobierno ha dado una especie de legitimidad a la violencia. Está bien visto atacar a los artistas en estos días, por la sola razón de que su trabajo no se ajusta a una narrativa que persigue obtener réditos electorales", dijo Majumdar.
(Información adicional de Rupam Jain; Traducido por Darío Fernández en la redacción de Gdynia)