Por Andrew Downie
29 jun (Reuters) - El contraste entre la revitalizada Eurocopa y una Copa América golpeada por la pandemia es grande, pero para los jugadores sudamericanos, quizá la mayor diferencia sea el mal estado de las canchas en Brasil.
Lionel Messi y Neymar están entre los jugadores y entrenadores que han lamentado tener que jugar en superficies que el delantero argentino describió eufemísticamente como "poco útiles".
"Tenemos que entender el partido dentro de un contexto y de una cancha que no llamaré horrible, pero que es muy mala para jugar. Perjudica todo el espectáculo", dijo el director técnico de Brasil, Tite, sobre el césped del estadio Nilton Santos de Río de Janeiro, el mismo que irritó a Messi unos días antes.
"Quien quiere crear, no puede. Es inadmisible que atletas de dos equipos de alto nivel, que juegan en Europa, con una calidad de pasto tan alta, vengan a jugar en una cancha en estas condiciones", agregó.
La Copa América en un Brasil donde la pandemia sigue causando estragos se vio eclipsada por la Eurocopa, que se está celebrando en circunstancias muy diferentes.
Lo más evidente es que la Eurocopa ha contado con multitudes extasiadas, mientras la Copa América se disputa a puerta cerrada. Pero el torneo sudamericano también tuvo más faltas y menos goles por partido.
Esto se debe, en parte, al mal estado del terreno de juego, según declaró a Reuters Arnaldo Cezar Coelho, el árbitro brasileño de la final del Mundial de 1982.
"La calidad del campo es mala, el césped es más alto, hay más agujeros", dijo. "Eso hace que el balón esté más vivo y eso hace que haya más contacto corporal y faltas", señaló.
Tras el partido de Brasil contra Colombia en el Nilton Santos, Tite describió el balón como "muy nervioso". El juego no fluyó tan rápido porque los jugadores necesitaban dos o tres toques, dijo. "Si queremos un gran espectáculo, tenemos que dar las condiciones", añadió.
TIEMPO DE PREPARACIÓN
Parte del problema es la falta de tiempo de preparación.
La Copa América 2021 se trasladó a Brasil con menos de dos semanas de antelación, después de que Colombia perdió la sede por una ola de protestas sociales y el coanfitrión, Argentina, quedara afuera por un aumento de los casos de COVID-19.
El presidente brasileño Jair Bolsonaro aceptó acoger el torneo a pesar de la pandemia, que hasta ahora provocó la muerte de unas 514.000 personas. La decisión de última hora obligó a Brasil a buscar estadios, campos de entrenamiento, hoteles y vuelos para las 10 selecciones participantes. Se decidió por estadios en Brasilia, Cuiabá, Goiânia y Río de Janeiro.
Un quinto estadio también en Río, el legendario Maracaná que fue sede de la final del Mundial 2014, se utilizará para la final del 10 de julio. Los organizadores, quizás asumiendo las críticas, reconstruyeron la semana pasada casi el 50% del césped.
El especialista de la Conmebol admitió que el césped estaba "desgastado" y se necesitaba una nueva superficie para la final. La organización no hizo ningún comentario sobre el estado del campo Nilton Santos, pero Neymar ironizó sobre el asunto en Instagram.
Brasil se enfrentará allí a Ecuador en cuartos de final el viernes y Neymar publicó una foto de un campo de tierra y preguntó si el próximo partido de Brasil se jugaría allí.
El entrenador argentino Lionel Scaloni fue más contundente.
"Nos encontramos en una cancha que a los 10 minutos del primer tiempo ya no se podía jugar al fútbol", dijo tras el empate 1-1 de Argentina con Chile. "Una cancha que es más para otro deporte que para fútbol".
(Reporte de Andrew Downie, editado en español por Daniela Desantis)